Siempre he creído que las despedidas son tristes, sobre todo cuando quieres a quien se va. Hoy es 31, y no hay más remedio que despedirse del año, tanto si lo hemos querido,
o como si no.
He de decir, que yo si le he cogido cariño.
Recuerdo cómo lo empecé, hace hoy 365 días. Recuerdo un enero frío, un febrero y unos carnavales adornados con Wallys. Un baile de single ladies, con una canción improvisada. Después llegó Marzo. de él me quedo con esa visita a Lugo con toda esa gente que ahora echo tanto de menos. Carpe diem. Luego, Abril. Recuerdo una noche de chicas, sentadas frente aquellos chupitos de colores, noche de rosas y alguna lágrima. Una de nuestras noches. Recuerdo un Mayo muy apretado, estresante y lleno de fechas de exámenes marcadas con rotuladores y apuntes, muchos apuntes. Una despedida teatral y un final de curso prematuro, con su celebración correspondiente. Y llegó Junio de la mano de una palabra temida: Selectividad, y otra deseada, la noche de San Juan. Creo que nunca podré olvidar esa noche mágica, que fue el punto de partida de una nueva etapa. Y más noches de verano, juntas. Por fin, Julio. Un mundial en nuestra mano, visita especial a Monforte y ese cumpleaños bajo el sol y pasado por agua.
Y después, Agosto i el viatge de la meva vida, Barcelona. Poco después y casi sin darme cuenta, llegó Septiembre y empezó esa nueva vida que tanto me gusta. Pontevedra. En octubre me acostumbré a ella y desde entonces, no quiero soltarla.Y Noviembre, mi cumple y una fiesta única en mi nueva casa. Celebración aquí. Y así, entre ellos allá, y con ellas aquí, llegó diciembre, con un sabor a despedidas allá y tiempo que recuperar aquí.
Y hoy, doy las gracias por todos los momentos, por todas las personas que han llegado a este año, y las que siguen a mi lado. Y hoy brindaré porque sigan un año más conmigo, y otro, y otro, y otro...
Feliz año a todos.