9 de septiembre de 2012

Septiembre 9, domingo primero.

A falta de una buena conexión a internet, de spotify y de cervezas para compartir, he aprovechado estas maravillosas y, sobre todo, productivas horas de domingo, para ver el diario de Britget Jones. No es un personaje con el que alguien desee sentirse indentificado, sin embargo no ha logrado más que animarme al sentirme, solo a veces, un reflejo de su persona.
Rozando las cuatro de la tarde, continúo en pijama porque estoy comprobando que no podamos fundirnos en un solo ser.
Para mi no consuelo y para no destacar en este amplio y verde prado de pena que me azota, la lavadora y secadora se han estropeado. El de recepción dice que no me preocupe, que hay un grifo dónde lavar a mano. Eso lo cambia todo, lavar a mano es una las actividades más excitantes que puede realizar una persona humana. No veo el momento de frotar.

Me cambiarán de ecosistema este miércoles, y entonces deberé compartir mi espacio vital, aunque no se yo si a partir de entonces cumplirá las medidas reglamentarias. Tampoco me importa.
Después de una semana en la que no hemos comido más que bocatas y pizzas, necesitamos un poco de esa comida que hace mamá. Las otras séneca (que gracioso resulta que te llamen así, por Dios) lo han podido hacer, pero yo sigo subsistiendo a base de pan bimbo, esperando a que me traigan de sus casas un pequeño recuerdo en forma de tortilla.
Mientras las espero, a frotar!
Benvinguts!

7 de septiembre de 2012

Hoy estaba pensando en dónde estoy, desgraciadamente y como mal acompañante,
también pienso en el lugar dónde no estoy. Hay recuerdos que tiran muros en apenas segundos,
fotos que agarran el alma, y se la llevan por un momento.
Para cuando la recuperas está un poco aturdida, intentando justificar que esto es lo correcto,
que estoy empezando algo nuevo y que el pasado se lleva dentro y eso es suficiente.
Justo cuando crees que estás seguro de todo esto, de todo un algo, el que sea,
justo cuando estás bien, cuando llega la normalidad y te sientes tranquilo,
viene algo que te roba toda la seguridad que tenías metida en los bolsillos del pantalón. Por poca que sea.
Pero las flaquezas forman parte de la fuerza, aunque intente evitar estos momentos,
y aunque haya borrado todas las canciones lentas de la tarjeta de memoria del móvil,
llegan de repente.
"...Hay que aceptarlos con buen humor, porque y tal y como vienen,
se van"