7 de diciembre de 2012


Carta pulmón; resaca de festivo, dos puntos

Llevo un tiempo dedicado a buscar el mejor momento para encontrarte un rato.
Hace ya tres meses que estoy tan lejos, y a menudo pienso que todavía no soy consciente del todo de ello. Busco a veces un sonido, un momento, una noche o una plaza en la que pensar, pasear, y que ocurra ese puto parpadeo en que dices, dónde coño estoy. Todavía no me he perdido, y así es imposible encontrarse.
Esto es una aventura cojonuda. Cuando pienso en que pude haberme echado atrás antes de comenzar todo esto, me agradezco haber tenido esa gota de valor final por haber llegado hasta aquí. Con todo lo que pueda pasar a partir de ahora, y por todo lo que ya ha ido pasando. Otra vida.
Las vidas comienzan y se acaban de una manera diferente a la que pensaba. Recuerdo hace ya algunos años, aunque suene raro, cuando empecé a vivir fuera de mi casa, y pensaba; mi vida no cambiará, mi vida será la misma pero en otro sitio. Error. He aprendido que cada sitio es una vida, cada grupo de personas es un sitio, y cada etapa marca una vida diferente a la anterior. Porque ya no eres la misma persona. Porque ya no soy la misma persona.
Empezar aquí de cero ha supuesto terminar con muchas otras, y de eso todavía no soy capaz de hacerme consciente. A veces digo, has roto con todo para poder venir aquí, o has venido aquí porque debías romperlo todo? Quien lo sabe, yo no lo sé. Nadie lo sabe.
Yo he empezado otra vida, de nuevo. Y agradezco cada día haber tenido esa oportunidad. Esto ha sido comenzar otra vez, sabiendo cosas que no sabías. Y me pregunto, y dónde está todo eso que se? Ni idea. Se supone que la experiencia te ayuda en el futuro, pero yo no se dónde la llevo guardada. En serio, cuando ocurre algo, no creo que lo contraponga con todas las cosas pasadas que haya vivido, quizá sí, pero creo que me volvería a equivocar de nuevo en cada uno de los fallos que ya haya podido tener.

Por otro lado, siento que no escribiendo nunca, es cómo si todas las cosas buenas no estuvieran pasando. Para qué es una vida si no es para compartirla, para contarla. Pero realmente sí ocurren, y tengo una rutina nueva, vivo en un lugar nuevo. Empiezo a querer personas de cero, personas que no conocía, y que supongo, después de esto pasarán a ser recuerdos, pero no puedo evitarlo, no quiero evitarlo. Lo vivo como si esto fuera para siempre, porque realmente es como quiero vivirlo, si no, no tendría sentido.
Y digo, estoy viviendo otra vida mía, otra en la que no sé todavía cómo soy, y yo misma me defino. Y me quiero equivocar, me quiero equivocar tanto que sigo sin atreverme.
Un poco de valor, con azúcar, por favorrrrrrrr.

9 de septiembre de 2012

Septiembre 9, domingo primero.

A falta de una buena conexión a internet, de spotify y de cervezas para compartir, he aprovechado estas maravillosas y, sobre todo, productivas horas de domingo, para ver el diario de Britget Jones. No es un personaje con el que alguien desee sentirse indentificado, sin embargo no ha logrado más que animarme al sentirme, solo a veces, un reflejo de su persona.
Rozando las cuatro de la tarde, continúo en pijama porque estoy comprobando que no podamos fundirnos en un solo ser.
Para mi no consuelo y para no destacar en este amplio y verde prado de pena que me azota, la lavadora y secadora se han estropeado. El de recepción dice que no me preocupe, que hay un grifo dónde lavar a mano. Eso lo cambia todo, lavar a mano es una las actividades más excitantes que puede realizar una persona humana. No veo el momento de frotar.

Me cambiarán de ecosistema este miércoles, y entonces deberé compartir mi espacio vital, aunque no se yo si a partir de entonces cumplirá las medidas reglamentarias. Tampoco me importa.
Después de una semana en la que no hemos comido más que bocatas y pizzas, necesitamos un poco de esa comida que hace mamá. Las otras séneca (que gracioso resulta que te llamen así, por Dios) lo han podido hacer, pero yo sigo subsistiendo a base de pan bimbo, esperando a que me traigan de sus casas un pequeño recuerdo en forma de tortilla.
Mientras las espero, a frotar!
Benvinguts!

7 de septiembre de 2012

Hoy estaba pensando en dónde estoy, desgraciadamente y como mal acompañante,
también pienso en el lugar dónde no estoy. Hay recuerdos que tiran muros en apenas segundos,
fotos que agarran el alma, y se la llevan por un momento.
Para cuando la recuperas está un poco aturdida, intentando justificar que esto es lo correcto,
que estoy empezando algo nuevo y que el pasado se lleva dentro y eso es suficiente.
Justo cuando crees que estás seguro de todo esto, de todo un algo, el que sea,
justo cuando estás bien, cuando llega la normalidad y te sientes tranquilo,
viene algo que te roba toda la seguridad que tenías metida en los bolsillos del pantalón. Por poca que sea.
Pero las flaquezas forman parte de la fuerza, aunque intente evitar estos momentos,
y aunque haya borrado todas las canciones lentas de la tarjeta de memoria del móvil,
llegan de repente.
"...Hay que aceptarlos con buen humor, porque y tal y como vienen,
se van"

17 de agosto de 2012

Todo tan escrito, tan de post-it en la nevera, o en el espejo del baño. Tan de a ver si quedamos, de un beso para los niños y recuerdos para todos por casa. Todo alfanumérico, de vestido de un día, de ventana del McAuto. Tan sin relleno, de me alegro de verte pero no me llames, tan de solo fue una noche.
De me quedé sin batería, de solo me queda un cigarro, de máquina de comida. Todo tan photoshop, tan photoscape y tan desgraciadamente paint.
Con suerte, de tomé algo y me lié, de no me acuerdo de nada, de te tengo que contar. De no me llegó, de lo leyó y no contestó y de cárcel de whatsapp. De nos vemos por ahí,
de ya nunca estás. Todo tan de beber con pajita, de me tengo que ir, de no me arrepiento de nada, de quien me mandaría a mí. De mandar a tomar fanta, de me gustaría decirte esto a la cara, de no me atreví.
Todo de mensaje privado, de tenemos que hablar, de cerrar una puerta y abrir una ventana y romperme el corazón.
Me acuerdo cuando no había que ser trendic topic para echar un polvo.

12 de agosto de 2012

(...) En cuanto dejó la última bolsa, notó algo extraño, como si las cosas hubiesen decidido reagruparse de manera distinta para llamar su atención. Con la intención de confirmar sus sospechas, se dirigió al salón.
Y, efectivamente, lo entendió todo.El piso estaba semidesértico. Era como si le hubieran
robado exactamente la mitad de casi todo. Quedaban la mitad de los libros, la mitad de los CDs, la mitad de las
películas, la mitad de su vida. La otra mitad se la había llevado él, aprovechando su ausencia.
Se sentó en su mitad de sofá y contempló lo vacía que había quedado la otra mitad de su existencia. Y
se volvió a preguntar por qué nos empeñamos en llenarla siempre con otra persona. Por qué llevaba años
empalmando una pareja con la siguiente. Por qué, de todas las cosas difíciles e importantes que había aprendido a lo
largo de estos años, nunca figuraba en la lista la asignatura pendiente de estar sola.

Como si de una venganza de cínicos se tratase, había comprobado que su corazón era siempre divisible por
la mitad. Y luego por la mitad de la mitad. Y después por la mitad de la mitad de la mitad. Y así infinitamente. Pero de lo
que nadie le había advertido es de que cada vez que lo dividimos, los sentimientos que puede albergar nuestro
corazón son más pequeños. Y eso era justamente lo que le estaba pasando.Que siempre que se enamoraba quería con todo el corazón, sí, pero con todo el corazón que le quedaba. Esa era la parte que nunca nadie le preguntó.
Me quieres, sí, pero con cuánto.
Cogió los condones de una de las bolsas del súper, se dirigió a su medio dormitorio y abrió el medio
cajón del desconsuelo, la parte de su mesilla que solo se abría en caso de media emergencia. Allí guardaba la
desesperación de los intermedios: un folleto de un banco de esperma y un consolador. Pero también dos paquetes de
kleenex.
Fue entonces cuando dibujó media sonrisa y enjugó la mitad de todas sus lágrimas. 

Que la  muerte nos acompañe.
Risto Mejide.

11 de agosto de 2012

Irremediable, afortunada o desafortunadamente, llegó el momento de perder la cuenta, o simplemente dejar de contar. No ha sido un pacto cristalino, si no de esos que se asumen porque los manda el destino, y simplemente nos dejamos llevar un poquito más que antes.
Hace tiempo que ya no me entiendo ni un poco, que ya no me conozco, aunque sé mejor que nadie que sigo siendo yo. De eso que te preguntas si realmente todo esto es una medida de fuerza, o si sabías que tenía que pasar.
De todos los riesgos asumidos, este es el mayor de todos. Como un reto imposible, un contrato que incluso mientras lo firmas sabes que lo más probable es que no vaya a funcionar. Y sorprendentemente, y aún sin saber como, todavía no me he arrepentido, y a partir de ahí, todo deja de ser normal e incluso comprensible para una mente humana coma la mía.
Me perdí en mí, y ni si quiera sé por donde,

13 de julio de 2012

'Asumir que has perdido es mucho peor que perder.
Mucho peor es que no importe haber perdido. Y saber que estás perdiendo, y no sentir.
Las lágrimas de emoción son muy diferentes a todas las demás. Son calmante natural del alma, por si todavía  me quedase un poco.
Últimamente me quedé sin sentido. Y todo lo que escribo se quedó sin orden.
Todo es tan místico. De repente te sientes tan diferente a antes. Tan diferente a siempre. Y sobre todo a nunca.
Y otra vez de repente, ya no te sientes. Ya solamente estás.
Mejor que antes, mejor que siempre, mejor que nunca.
y llega la puta noche.'

30 de junio de 2012

Después de llamarte predecible, pasas la página y te sorprende con un gran auto-desconocimiento. Ahí, justo cuando creías que nadie te iba conocer jamás,
mejor de lo que ya lo haces tú.
Limones. Y tu venga a hacer limonada. Crees que nunca te vas a cansar de ese sabor simplemente por el hecho de que al principio no creías que pudiera gustarte, pero terminó por encantarte esa amarga sensación que deja en la boca.
Y una copa. Y otra. Hasta que no te daba vergüenza sorber esa última parte que se pierde entre los hielos.
Hasta que sólo estás cómoda en el suelo de la parada del autobús, hasta que has dejado de sentirte cómoda en todo lo demás. Incluso en la cama, porque hace un tiempo que estás durmiendo sola.
Y nadie te hace el amor, ni lo va a hacer. Porque no. Y porque ya te he dicho que no hay más que hablar. Y porque ¿me puedes dejar en paz?
Y la iglesia te da alergia. Literal. Será porque no era domingo. La culpa es de esas flores, que todo el mundo sabe que las carga el diablo porque no se libra ni Dios.
Ni tacones llevabas. Porque ya no te los pones, porque no importa gustar. Con los bonitos que son, y además cómodos coño, que es lo difícil.
Lo peor es que como el agua en la cara no funciona, has probado a ahogarte por los pies. Pero ni con esas.
Yo me acuerdo cuando eras bueno y rojo, muy rojo,
corazón.

29 de junio de 2012

Actuaré, como si no fuera la una de una madrugada corta y lo suficientemente oscura para ser verano. Empezando porque he vuelto. Como nacer después de haber muerto. Una de todas las veces que inconscientemente lo harás a la lo largo de tu vida.
No me gusta cerrar círculos, prefiero empezarlos. Es la parte bonita, el comienzo de un algo.
Pero no se puede empezar continuamente, y menos a estas horas.
El reloj de mi vida suele marcar las horas con frases. Y a partir de las 12 suele poner 'pensar'.
Las cosas no cambian tanto, las cambian las personas. Aunque no sé quien les ha dicho que tenían ese poder.
Quizá la pregunta es que quiero cambiar yo.
Sí, como comienzo no está mal.

"Voy a quedarme aquí el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida,
la más grande".

6 de marzo de 2012


El tiempo va confirmando que todos guardamos un secreto. Yo sé de primera mano, que guardamos muchos más que uno sólo. Siempre divididos entre los que son nuestros, los que nos han dejado y los que hemos ido robando. Lo difícil es guardarlos, no tenerlos.
Está difícil, y recuerdo cuándo hablaba aquí de los míos. Ahora no es un buen momento para hacerlo. En la vida, no debemos precipitarnos, porque si algo he aprendido es que el tiempo acaba arreglando por nosotros todo lo que no hemos podido conseguir. Por supuesto, y de la misma manera, tiene la capacidad de darnos por el culo.
Cada vez que hablo con Boston me doy cuenta de que siempre tengo algo que aprender de él.
No puedes enseñar a alguien que no quiere aprender. Supongo, que esa es la base de todo. No sé cómo lo hace pero siempre acierta, incluso antes de que lo haga yo. Sobre todo, cuando yo estoy más perdida.
Quiero hablar de decisiones. De las que tomamos por nosotros mismos, porque algún día yo, tendré que tomar una. Y es cierto. Hay decisiones en las que ya no vale la opinión de nadie, ya no recibo órdenes, ya soy mi propio mando. Pero siempre falta lo peor, asumir que es cierto e irreversible, aunque sea algo desagradable.
Llul dice que se nota que nunca he vivido sola porque no miro la fecha de caducidad de la comida. Insignificante, pero un detalle delatador. No sé vivir sola, y no sé pensar sola.
Dile a Jelen que la echaba un montón de menos.
En cuanto a Tom, dile que no puedo para de pensar en el color verde y ese tacto tan suave. Que me hace arder con sólo mirarme y que le debo diez minutos difíciles. Sus frases son las que me hacen más fuerte, las que me hacen quererme. Y cuando estamos solos, es lo único que quiero tener durante horas y horas. Y que no me lo quiten.

Quiero una puta nevera.
Joder.
Y oreos con fresas y yogur natural, del que mi madre siempre me compra cuando voy.
Además se me está quedando el culo frío en este nuestro recibidor, pero no quiero meterme en cama con el ordenador, que Tatan madruga mucho mañana. Es muy cuqui cuando duerme. Ya no me imagino dormir sin ella, es esa parte que no te das cuenta que necesitas tanto y que está ahí siempre. Como una madre, como una hermana. Yo que sé.
Me duermo.
Paz y amor.


22 de febrero de 2012

No sé cómo empezar, ni cómo seguir. Ni dónde, ni por qué hacerlo. Llegados a este punto de reflexión de madrugada, quiero guardar lo efímero. Lo que acaba antes de que asumes que ha empezado, lo que pasa volando. Supongo que eso es lo que queda de todo, una mínima parte de aquello que vives. Todo en dosis tan pequeñas, que parece que no emborracha.
El mar sigue dónde siempre. Ellas también. Las constantes vitales necesitan ser supervisadas.
Cada vez vengo menos. Te das cuenta de que te pasas más de un mes fuera de aquí justo en el momento en el que vuelves a casa. Os quiero.

Prometí que no me arrepentiría de nada. Es difícil. Cuando pasa el tiempo, pierdes un poco el ritmo, y los problemas se vuelven recuerdos. Empiezas a pensar que es lo que verdaderamente tiene importancia.
Hace algo así como una semana, descubrí que él si que la tiene. Volví a sentirlo todo, desde cero hasta cien en cuestión de un segundo. Hasta el límite. Con todos los valores. Solo piensas en que no se separe nunca, nunca. Y tienes eso, ese algo inexplicable que te llena el alma y lo tira al suelo. Dices cosas absurdas, sonríes cosas absurdas. Hacía un año que coleccionábamos los mismos momentos.

Lo efímero.


10 de febrero de 2012

Una noche probablemente terrible. Ahora que decidimos terminarla, volvemos a casa con ese sabor amargo y ese pensamiento común de que casi nadie es como parece.
Tengo que explicarte demasiadas cosas. Necesito explicarte, joder. Todo va muy rápido últimamente. Aún recuerdo cuando podía hablarte sin cortarme, cuando eras mi vía de escape y nadie te tomaba como un transmisor de información. No te lo mereces.
Prometo reflexionar y contártelo todo. Tiempo al tiempo.



31 de enero de 2012

"Solicito permiso, señoría, para equivocarme con total conocimiento de causa. Alevosía si cabe, lo confieso todo, eso sí, no aceptaré más acusaciones que no sean certeras. He venido sin paraguas, no es que me lo haya olvidado, esta vez no me importa mojarme. Quede claro que no tengo cómplice alguno, si los errores son sólo míos, las decisiones también.
Perdone mi tono, quizá resulte agresivo y no quiero ofender a terceros, en realidad, yo no soy así.
Brindo por la bondad de las personas, pero sobre todo, por la capacidad de decir basta.
Se me olvidó si lo que tengo es bondad, maldad o ganas de dar por el culo. Pero en esto, soy totalmente inocente."




8 de enero de 2012

.

No me gusta el café. Te lo digo muchas veces, pero es que me gusta recalcar las pequeñas cosas, supongo, que porque son las que siempre nos quedan guardadas en algún lugar de la mente. Por supuesto, y como casi todo el mundo, odio las despedidas, aunque siempre guardan esa parte tan preciosa que termina siendo incompresible. Como cuando un dolor muy grande acaba teniendo un punto placentero. En todo hay un punto inexplicable, porque no creo que exista precisamente para que alguien se pare a pensar en ello.
No sé porque estoy nostálgica, a veces se me olvida que es sábado noche. Deduzco, que mañana es domingo de vuelta a casa. Es lo que siempre pasa. Me acostumbro a ellas, a dejar que se apague el día, que pasen las horas, dejar a Lechu en casa y volver a la mía. Conduciendo entre luces y luces de una navidad que se ha ido tan rápido que ni si quiera puedo decir que ya sea un recuerdo.
Quizá es que haya cenado demasiado esta noche, todos sabemos que las hamburguesas las carga el diablo. Pero es imposible que una hamburguesa ponga triste a alguien. Demasiado blanditas como para ser tristes.
El tiempo se consume, como los cigarros. Pero el tiempo se consume incluso para los que no lo fumamos. Un día te ves hablando de que han pasado ya varios años. Año es una palabra que no uso mucho, al menos no como tiempo pasado, no como "hace ya algunos años...". El día que hablas en años, dejas de querer contarlos. Te asustas y dices, en qué momento he pasado de contar las horas para dar estos pasos de gigante. Tampoco me gustan los gigantes, me llevan al color verde, y eso a las verduras que mi abuela pone en el caldo. No sé porqué siempre le hago el feo de dejarlas apartadas en el plato, deben estar ofendidas.
Sentirte tirado es una gran mierda. Abandonado, por lo que sea o por quien sea. Nadie debería tener que sufrir eso. La soledad es un miedo que me acecha algunas noches cuando no queda nadie que hable conmigo y ya solo queda pensar. Apostaría a que tú también piensas mucho. De hecho solamente la palabra miedo me da miedo, de hecho, creo que hasta la palabra tiempo me da miedo. Si todo diese tanto dinero como miedo, se nos acabarían muchos problemas a todos.
Pero el dinero tampoco es la felicidad, o eso dicen. Seguro que lo dicen los ricos. A los pobres no queda pensar que la salud no se compra, y mucho menos la alegría. Porque la alegría sí da la felicidad, de hecho siempre son conceptos que van de la mano, al menos en mi cabeza. Pero soy de las que cree que la alegría, si no viene sola, hay que buscarla, hasta debajo de las piedras. Llamarla, que aunque se retrasa, llegará. Siempre llega, y si no llega, nos la inventamos.

Definitivamente no ha sido la hamburguesa. Supongo que solamente he sido yo, que no me canso de estar conmigo. Solo pido un poco de alegría, espero que no parezca demasiado, aunque valga más que el dinero, es mucho más barata.
Paz y amor.



6 de enero de 2012

No sé que manía les ha entrado a todos con lo de estar de cumpleaños ahora, que ni son fechas ni son nada. Igual tiene algo que ver con que todos vuestros padres se dijeran en primavera que se quería mucho y se besaban muy muy intensamente...Pero esas cosas es mejor no pensarlas. Nunca.
Será que hoy ha sido día de reyes, y no porque nos haya tocado en la lotería el presupuesto de Zarzuela. (ZAS)
Ojalá creyera en los reyes magos, de esto que no te puedes dormir porque no paras de pensar que van a entrar en tu puta casa y ni si quiera puedes verlos. Y piensas joder, y aun encima me traen regalos. Luego ya descubres que es todo mentira y que los reyes son los padres. Y lo peor no es eso, lo peor es cuando tú mismo acabas siendo los Reyes Magos, y te gastas el dinero en pequeñas cosas. ADV.

En realidad no quiero ponerme irónica, hoy es un día de inocencia, o al menos debemos intentarlo. Y ya que hablo de que todo el mundo está de cumpleaños, pues lo digo por algo. No quiero olvidarme de Sani, quiero que quede por aquí su nombre porque hoy ha sido su día, y está bien hablar de la gente en su día especial, que total, es una vez al año y nada más. Lo cierto es que no quiero decirle nada en concreto, porque creo que ayer tuvimos una de las conversaciones más maduras que hemos tenido nunca, y mira que las hemos tenido serias de verdad. No sé. Supongo que hacía mucho tiempo que no echaba la vista atrás, y menos con otra persona. Pensar en un tiempo no tan lejano que ya no va a volver nunca, ponernos tristes al pensarlo, pero vivir con la tranquilidad de que nuestra amistad es resultado de todo aquello que hoy ya es pasado, pero que se mantiene. Sabemos que esto es hacerse mayores, pero nadie dijo que fuera agradable. A veces nos preocupamos tanto de pensar en nuestros problemas presentes, que no dedicamos cinco minutos a mirar un poco hacia atrás. Sani, es el momento de demostrar los veinte años que cumples, de demostrarte a tí que eres más madura de lo que crees. Aquí me tienes, para ir como siempre, al mismo ritmo, y a vivir lo mismo de manera diferente. Espero que no dejemos nunca de tenernos la una a la otra, eres muy importante y sobre todo, una gran persona, te lo prometo. Tú hazme caso a mí.

Y este día que empieza ya, es el día de Tom. Supongo que un mensaje se queda corto para felicitarle, pero es de esos momentos en que no estamos juntos, porque la distancia es la tercera en discordia. Sin embargo, creo que me hecho notar con algún detalle, que espero, sepa sanar por nosotros este error del espacio-tiempo que no nos deja celebrarlo con un beso a las doce en punto. Me alegro de felicitarle siendo algo más de lo que era hace un año, porque Tom es ahora mismo de esos pilares que una persona necesita para sostener su vida. Quiero que lo disfrute, y sobre todo que lo haga conmigo. Todo el tiempo que podamos.





4 de enero de 2012

Lechu, Lechu...

Después de empezar el año, quiero empezar por ella. Si me lo permites hoy, es su día especial.
Habrás notado que,a parte de mí, por supuesto, esto lo forman muchas personas. Con esto, me refiero a mi vida, pero también a estas letras que rellenan los espacios que te dedico en mis mejores y en mis peores momentos.
Para hacer resumen, ya que estamos comenzando, hace un tiempo, cuando llega el punto en que la edad te obliga empezar a vivir por tí mismo, decidí hacerlo, como casi todos, algo alejada de casa. Quizá me alejé un poco más de lo que teníamos planeado, pero no me canso de repetir aquí día a día que fue la mayor y la mejor decisión de todos mis tiempos.
Cuando empiezas en un sitio nuevo, hay que tener claro que hay que seguir en el viejo, o en el más maduro, no quiero que nadie se ofenda. Aquí se quedaban años, recuerdos y personas. Al principio es fácil, subes y bajas a menudo, de norte a sur en a penas nada. Pero el tiempo pasa, y las situaciones nos obligan a adaptarnos a ellas, y el ritmo se desacelera. Gracias a yo que sé, hay mil instrumentos que uso día a día para comunicarme con quien no veo, e intentamos desde todas las unidades que todo parezca lo más cercano que nos dé la mente a imaginar. Y yo creo que casi casi lo conseguimos.
Es ese casi el que nos marca y nos marcará siempre. Por supuesto, ningún instrumento puede traerme a casa cada día, de hecho, ni si quiera cada semana o cada dos. Porque somos exclavos de nuestras obligaciones y sobre todo de nuestras posibilidades. A pesar de eso, y como ya te decía, el esfuerzo es ingente para que todo siga fluyendo. Y lo hace, vaya si lo hace.

Pero no quiero hablar de lo bien que nos arreglamos. Hoy es su día y quiero hablarle de las noches que me gustaría estar con ella, y con las demás, pero hoy en especial, con ella. Las noches en que mientras mi compañera duerme, entro con la tímida luz de mi móvil en la habitación y lo último que alumbro mientras me acuesto es vuestra foto. Y la lucecita se apaga del todo y ese es mi último recuerdo del día. También quiero hablarle de las tardes en que llego cansada de trabajar, empapada de lluvia hasta mi coleta pelirroja, y me tiro en la cama. Y cojo el marco y lo tiro conmigo sobre ella. Y allí estamos, vosotras, y yo, cansadas. De los momentos en que quiero explotar y no puedo, y sólo me sale llorar sola y quedarme con el silencio y con mis pensamientos, y digo, ojalá estuvieran aquí. Pero no podeis estar. De los sábados en que la llamo a ella porque necesito que me cuente, en líneas generales, que le va bien, muy bien. Y contestarle lo mismo, porque así vivimos tranquilas. Y sobre todo, de los pocos fines de semana que vengo, y te abrazo y siento que nos echamos de menos. Eso es de las mejores cosas que he sentido nunca, en serio.
Te diré algo, y es que si puedo sentirme así es gracias a que otras muchas veces pienso, que tu también me echas de menos. Y si puedo sentirme así es por los días que pasamos aquí, aunque tenga que ser con visitas de dos horas, encerradas en un sitio, o un paseo en coche, o, ¿y qué? Gracias. Gracias por estar, por seguir. Y tienes veinte años, los mismos que dedos en tu cuerpo. No me canso de decirlo porque los dedos son geniales, sobre todo los de los pies, son muy graciosos, joder! Quiero seguir y seguir, Lechu. Sólo espero que tú también quieras porque si no esto perdería todo el sentido. Y no estamos en tiempos de perder nada.
Muchas felicidades, amiga. Te quiero tanto que no me cabe en esta entrada.