13 de noviembre de 2011

Te levantas, al menos, una hora antes de acostarte por si alguien tuviese todavía alguna duda de que no tienes ninguna prisa. Odias, por supuesto, caminar sabiendo que tienes que llegar a alguna parte y, sobre todo, que tienes que llegar cuanto antes.
Piensas que el otoño es la mayor mierda del mundo, hasta el día en que te enamoras de sus hojas y te deja totalmente enganchado a esas jodidas castañas al fuego. Total, ni si quiera hay tiempo para pensar si engordan. Solo estás deseando que llueva, pero para siempre, de nunca parar. Alguien te metió un día en la cabeza que los besos son más románticos bajo el agua, pero ya te digo yo que mejor bajo las sábanas.
La mayor agonía de tu vida es un problema de mierda que ni si quiera importa, y para el día que realmente pase algo importante, ni si quiera te enterarás porque estarás demasiado ocupado atendiendo a la banalidad de tus días. El paro sube, los sueldos bajan y los políticos mantienen la calma. La gente corre, grita. Todos locos.
Y ahí la tienes, con dos cojones. La vida está por las nubes. Pero tal vez te consuele saber que algo que has hecho tú está haciendo feliz a tanta gente.
Oh, Dios, sí! Mírame. Estoy haciendo feliz a mucha gente. Qué bien. Soy mágica. Del país feliz, de la casa de gominola, de la calle de la piruleta.
Y por cierto, intentaba ser sarcástica.
Casi siempre funciona. Pero el casi, acabará por jodernos la vida a todos.
Ahora mismo, sabes que no importa. Nada importa. Podrías salir corriendo que nadie se enteraría. Pero te quedas sentado, viendo la tele, delante del ordenador, con un móvil en la mano y un coche en la calle que pide insistente a gritos, ¡Vótame!
Y ahora repite conmigo: Soy un ser libre...
Claro que sí. Campeón.




12 de noviembre de 2011

Madurando (I)




Empezaré esta noche con esta canción. Simplemente porque hoy, me apetece hablar, contar.
Me gustaría escribir algo que te hiciera sentir cosas, fueran las que fueran. Algo que te hiciera pensar en ti mismo, en un alguien que sea importante o quizá pensar en ese nada que tanto necesitas. Ojalá, esto sirva también para mí misma.
Cómo siempre, empezar es difícil. Casi para todas las cosas del mundo, al menos las que conozco.
Por no variar, las horas no son las adecuadas, y le estoy robando al sueño, cómo no, sus minutos de gloria.
Espero que el once del once de dos mil once te haya dado para mucho. Qué tontería. Fijar una fecha por la cantidad de unos que contiene, como si por eso no dejase de ser un día como otro cualquiera. Pero los tontos, son los que más se divierten, o al menos, eso creo yo, y para mí el once es importante. Todos en general.
Hace ya meses que Tom entró en casa. Digo casa, pero quiero decir vida. Me ha parecido una relación interesante. A medida que pasan los onces, me voy dando cuenta de que cada vez se menos del amor. Lo cierto, es que no creo que haya sabido nunca sobre eso. Probablemente sepa tan bien como todo el mundo lo que es querer a alguien, y eso sí que lo he aprendido con el tiempo. Yo no sé lo que sabes tú sobre el tema, pero deberías pensar en que muy probablemente, quieres a alguien Hay días, días en que gritarías lo que sientes porque si quieres a alguien y no se lo dices, ese amor se está perdiendo. Días en que el orgullo te sella los labios. Días, en que necesitas un beso y no lo recibes, y todo parece una mierda. Días en que darías lo que fuera por pasar cinco minutos más con él.
Yo quiero a Tom. Más allá de la mierda que signifique el amor. Yo de eso no entiendo.

Esta semana ha sido extraña en todos tus sentidos. Extraña no significa mala. En absoluto. De hecho, lo extraño ha pasado a estar de moda, y en eso, los que hemos tenido siempre algo diferente tenemos ventaja. Pero no quiero alejarme del tema. Digo extraña, y quiero decir diferente. Quizá la semana más diferente de lo que va de Sur. Es probable que la semana en sí, no haya tenido nada a simple vista, pero no es esa vista la que me preocupa. Me preocupa la que va hasta el fondo, la que me afecta a mí y no a lo que ven los demás.
Puede que haya tenido la serie de conversaciones más maduras que he tenido en mi vida. Diría incluso que es así, seguro. Llorar de pensar es bonito, profundo supongo. Sufrir es madurar, y asumir es una mierda. Pero es lo que hay. Quizá hayan sido esos versos dedicados, quizá haya sido L o quizá haya sido Duty, pero he aprendido de todos.
Me dijo que mi ego estaba mucho más abajo que mis zapatos. Dijo que mi vida era mía, que la dependencia es estúpida, y que cambiar es bueno. Dijo, que al que no le guste tiene un problema, no lo tengo yo, y sobre todo, que librarse de todo aquello que nos hace daño y que tanto nos agota, es ser coherente y respetarse a uno mismo.
Esta semana ha sido extraña porque me ha dado un ultimatum, y es que necesito vivir mi vida. La amistad, para mí al menos, y espero que estés de acuerdo, es saber ponerse en el lugar del otro, aunque sea por una vez, y entender que desde ahí se ve distinto. Y nadie es tan malo, y nadie es tan bueno.

Pero me estoy alargando demasiado. Lo siento. No quería hablar de mí, pero esto siempre pasa. La canción es para tí, para el día que la necesites aún más que yo. Va con dedicatoria.
Buenas noches.



6 de noviembre de 2011

19.

Es tan tarde, que no me llegarán los dedos de una mano para decir la hora. Tanto, que ya a casi nadie le importa si las farolas están encendidas. Tan tarde, que ha pasado un año más de repente.
Hace un par de días, celebramos que me hacía un año más madura, más mayor, más vieja si cabe. O eso dicen mis padres, que son los que llevan mejor la cuenta.
Por segundo año consecutivo, no estaba en casa. Bueno, sí lo estaba, pero estaba en esta casa tan grande que está tan al sur.
Podría narrar cómo fue, lo intenso y emocionante que se tornó todo por un momento, y lo feliz que fui esa noche, pero quiero quedármelo todo. Para mí, y para todos los que aquí me hicieron llorar de felicidad, de cariño y de muchos momentos. Y para los de allá, que se acordaron a través de diferentes vías para hacerse igualmente presentes.
Lo cierto, es que aún hoy sigo emocionada. Especialmente sensible.
Será que me he dado cuenta, mucho más de repente de lo que pasan los años, que esta es mi nueva vida, y que me encanta seguir acostumbrándome a ella. Será, que el número diecinueve, a pesar de no tener nada de especial, suena jodidamente sexy. Será que tengo demasiadas cosas que contarte, pero que me queda muy poco tiempo para dormir, y necesito hacerlo...
Nos vemos pronto, lo prometo.
Paz y amor.