6 de marzo de 2012


El tiempo va confirmando que todos guardamos un secreto. Yo sé de primera mano, que guardamos muchos más que uno sólo. Siempre divididos entre los que son nuestros, los que nos han dejado y los que hemos ido robando. Lo difícil es guardarlos, no tenerlos.
Está difícil, y recuerdo cuándo hablaba aquí de los míos. Ahora no es un buen momento para hacerlo. En la vida, no debemos precipitarnos, porque si algo he aprendido es que el tiempo acaba arreglando por nosotros todo lo que no hemos podido conseguir. Por supuesto, y de la misma manera, tiene la capacidad de darnos por el culo.
Cada vez que hablo con Boston me doy cuenta de que siempre tengo algo que aprender de él.
No puedes enseñar a alguien que no quiere aprender. Supongo, que esa es la base de todo. No sé cómo lo hace pero siempre acierta, incluso antes de que lo haga yo. Sobre todo, cuando yo estoy más perdida.
Quiero hablar de decisiones. De las que tomamos por nosotros mismos, porque algún día yo, tendré que tomar una. Y es cierto. Hay decisiones en las que ya no vale la opinión de nadie, ya no recibo órdenes, ya soy mi propio mando. Pero siempre falta lo peor, asumir que es cierto e irreversible, aunque sea algo desagradable.
Llul dice que se nota que nunca he vivido sola porque no miro la fecha de caducidad de la comida. Insignificante, pero un detalle delatador. No sé vivir sola, y no sé pensar sola.
Dile a Jelen que la echaba un montón de menos.
En cuanto a Tom, dile que no puedo para de pensar en el color verde y ese tacto tan suave. Que me hace arder con sólo mirarme y que le debo diez minutos difíciles. Sus frases son las que me hacen más fuerte, las que me hacen quererme. Y cuando estamos solos, es lo único que quiero tener durante horas y horas. Y que no me lo quiten.

Quiero una puta nevera.
Joder.
Y oreos con fresas y yogur natural, del que mi madre siempre me compra cuando voy.
Además se me está quedando el culo frío en este nuestro recibidor, pero no quiero meterme en cama con el ordenador, que Tatan madruga mucho mañana. Es muy cuqui cuando duerme. Ya no me imagino dormir sin ella, es esa parte que no te das cuenta que necesitas tanto y que está ahí siempre. Como una madre, como una hermana. Yo que sé.
Me duermo.
Paz y amor.