31 de diciembre de 2011
¡FELIZ AÑO!
30 de diciembre de 2011
A estas alturas, supongo que debe llegar el momento de hacer balance del año que se va, más que nada, porque viene otro nuevo, y nadie puede cambiarlo. Estoy triste. Como algunas noches a estas horas tan poco activas para el mundo, aquí en el norte, en el norte de esta cama que es mía. No quiero que acabe la música, ninguna de todas estas canciones preciosas que suenan detrás de los cascos y que probablemente, las he descubierto en algún momento de este año.
Hoy ha sido veintinueve de diciembre, como aquel otro hace ya bastante tiempo que se llevó a mi abuela y nos robó la navidad en casa. Porque, por supuesto, esas cosas no solo pasan a los demás. Por suerte, ya el tiempo nos deja asumir las cosas, y que todo vuelva a ser fiesta, pero ir olvidando es terriblemente triste, sobre todo cuando querrías tener más y más recuerdos, pero la mente de niña se olvidó de traerlos todos hasta aquí.
También recuerdo aquella otra navidad, aquella que parece tan reciente pero que se va quedando atrás, cuando estaba con esa parte de la familia que por razones de la vida, está en un país diferente en este momento. Tantos estados, todos tan unidos, y yo solo pude ver un par. Me habría gustado que fuera hoy, estar allí, no solo allí sino con ellos, pero de verdad, y no detrás de dos cámaras web, que en estas fechas se encienden prácticamente cada noche. Supongo que esas son las mejores navidades que he vivido, tan típicas, americanas, sueño de película. También recuerdo cuando estábamos todos aquí. Compartiendo mesa…
Pero las navidades pasan, como la vida, como el dolor de cabeza y como las ganas de llorar. Aunque hoy se estén poniendo rebeldes. No sé qué decir, solo sé que llorar, aunque tampoco hay muchas opciones.
Este ha sido un gran año, de verdad lo digo. Supongo, que de esos que se anotan para hablar de él a tus hijos, a tus nietos, si tuvieras la suerte de tenerlos. No sé si ha servido para madurar, si me he vuelto mejor o peor persona, o si he aprendido algo realmente en este tiempo. Prometo que no lo sé. Hay cosas que si sé. Sé que he intentado hacerlo, que he sido consciente de muchas cosas que hasta ahora no me planteaba. He pensado mucho, mucho, mucho. Más que nunca. He sido franca, y sobre todo he echado un montón de menos. Y lo sigo haciendo. Todo el rato. Supongo que por primera vez, he querido a alguien, pero querer de amor. De sentir cosas por las noches y abrazarse a alguien sin querer soltarle. De llorar de ganas de verle, o llorar por no poder hacerlo. Mi corazón también guarda. Palabras y sobre todo, personas. Ojalá pudiera guardar para siempre a todas las que quiero. Este año he descubierto, que son probablemente lo que más me importa en el mundo. Aquí, allá, norte, sur y lo que tú quieras. Yo quiero acabar bien, empezar bien…
Felices fiestas.
26 de diciembre de 2011
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Sigamos. No sé si os había hablado alguna vez de la señora que siempre tiende la ropa. Hoy he vuelto a verla, después de tanto tiempo. Sigue bien, y tiene tantísima ropa como siempre, así que supongo que a su familia tampoco le va mal.
Hoy de comer había lo que ayer de cenar. Y cuando digo ayer quiero decir Nochebuena, pero no me gusta presumir. Lo malo de las comidas copiosas, es que además, repiten. Y si no, pues ya se encarga mi madre de repetirla. Y lo peor es que está buenísima. Mi madre también, pero me refiero a la comida.
Pero lo mejor de hoy ha sido el Mcdonals. Resulta que desde que no vivo en casa, cada vez que vuelvo hay cosas fundamentales que debo ver: mis padres, mis amigas y mi Mcdonals. Aunque últimamente ha dejado de ser un vicio controlado y ha pasado a ser una puta droga. Tengo que dejarlo, será mi propósito de fin de año. Lo de hoy ya fue un desmadre. Después de entrar y tomarnos esa asquerosa hamburguesa que me tiene loca, decidimos que era el momento de tomar uno de esos deliciosos McFlurry, que son helados con galletas y sirope de chocolola (baba..). Perdón. El problema estaba en la tremenda cola que había. ¿Problema? Nos vamos al Mcauto en coche. Con dos cojones. Corina se hizo la picha un lío con lo de pedir por micrófono, será el miedo escénico. Eramos tres, y pidió tres. O eso entendimos, pero no lo hizo así la voz en off. Al ir a la ventana, había cuatro McFlurrys. Me gustaría parar aquí el espacio-tiempo para que os hagais una idea de nuestra cara (allí en nuestra ignorancia) de: "Nos han dado uno gratis". Quiero remarcar también el grito que vino de la parte de atrás del coche de: "Arranca como si no hubiera mañana", y también mi pensamiento de "Que malas somos".
19 de diciembre de 2011
Qué locura. No sé que atractivo estúpido tiene lo de trasnochar, pero todo parece ser más emocionante cuando el Sol no está por el medio. A mí me destroza y sin embargo no puedo dejarlo. El Sol no, pobrecillo indefenso que nos alumbra gratuitamente. Hablo de este trastorno del sueño que me invento para justificar que sigan pasando las horas despierta cuando debería estar visitando lugares increíbles con la mente mientras me sumerjo en un coma nocturno llamado sueño. Yo creo que es el Sur que acabará por volvernos a todos un poquito más locos.Porque parto de la base de que ya lo estamos. Un poco sólo.
Supongo que seguirás pensando en si realmente has llegado a arrepentirte algo, o si quizás , lo estás haciendo ahora mismo. Lo complejo del arrepentimiento es eso, llega cuando le apetece. Como el sueño, supongo. Podría hablarte de los que creen no haberlo hecho nunca, de los que creen que nunca lo harán y de los que viven con el miedo a hacer algo de lo que arrepentirse. Pero de todos ellos, los peores son los que viven continuamente arrepentidos, sin darse cuenta de que hay vida más allá de la culpa. La culpa no siempre existe, supongo. Soy de las que aconseja no arrepentirse de casi nada, y puesto a hacerlo, mejor hacerlo de lo que se ha hecho, y no de lo que se ha dejado por hacer, que luego quedan cabos sueltos y esto es una fiesta. Pero como siempre digo, no soy nadie para aconsejar nada.
Así que mejor me callo, incluso mejor me duermo, que no estaría nada mal.