31 de diciembre de 2011

¡FELIZ AÑO!

Esto también hay que hacerlo...

De nuevo, y 365 días después de la vez anterior, aunque parezca mentira, volvemos a despedir un año que se va lleno de grandes cosas, hechos importantes y muchas, muchas buenas personas.

Que lejos queda aquel primerizo Enero, y Febrero, que vino con Tom de la mano. Carnavales, muy payasos. Primaveras que entran y nos recorren enteros, nos han traído fiestas universitarias, bebidas escondidas y secretos. Noches de amigas en el norte, hasta que el sur nos dejó durante un tiempo largo. El norte bajo un sol que no se decidió a salir, y San Juan, y noches de cubatas. Madrid, aunque no nos llevo a todas, nos dió momentos inolvidables, paisajes nuevos, calles de sorpresas. Y septiembre nos llevó al sur de nuevo, me dio un trabajo remunerado, y más noches, personas nuevas y las que siempre han estado ahí, y ojalá lo estén siempre. Pasó Octubre, lloviendo, y un mes después mi cumpleaños, noche de olvido, quizás. Risas sobre todo. Aquí y allá. De nuevo pasa y la navidad llega, luces de colores y cenas elegantes, sorpresas y de nuevo despedidas.

Gracias al 2011, a todos los que estáis y tanto valeis. A todos ellos allá, a vosotras aquí...
¡2012 on fire!

30 de diciembre de 2011

A estas alturas, supongo que debe llegar el momento de hacer balance del año que se va, más que nada, porque viene otro nuevo, y nadie puede cambiarlo. Estoy triste. Como algunas noches a estas horas tan poco activas para el mundo, aquí en el norte, en el norte de esta cama que es mía. No quiero que acabe la música, ninguna de todas estas canciones preciosas que suenan detrás de los cascos y que probablemente, las he descubierto en algún momento de este año.

Hoy ha sido veintinueve de diciembre, como aquel otro hace ya bastante tiempo que se llevó a mi abuela y nos robó la navidad en casa. Porque, por supuesto, esas cosas no solo pasan a los demás. Por suerte, ya el tiempo nos deja asumir las cosas, y que todo vuelva a ser fiesta, pero ir olvidando es terriblemente triste, sobre todo cuando querrías tener más y más recuerdos, pero la mente de niña se olvidó de traerlos todos hasta aquí.

También recuerdo aquella otra navidad, aquella que parece tan reciente pero que se va quedando atrás, cuando estaba con esa parte de la familia que por razones de la vida, está en un país diferente en este momento. Tantos estados, todos tan unidos, y yo solo pude ver un par. Me habría gustado que fuera hoy, estar allí, no solo allí sino con ellos, pero de verdad, y no detrás de dos cámaras web, que en estas fechas se encienden prácticamente cada noche. Supongo que esas son las mejores navidades que he vivido, tan típicas, americanas, sueño de película. También recuerdo cuando estábamos todos aquí. Compartiendo mesa…

Pero las navidades pasan, como la vida, como el dolor de cabeza y como las ganas de llorar. Aunque hoy se estén poniendo rebeldes. No sé qué decir, solo sé que llorar, aunque tampoco hay muchas opciones.

Este ha sido un gran año, de verdad lo digo. Supongo, que de esos que se anotan para hablar de él a tus hijos, a tus nietos, si tuvieras la suerte de tenerlos. No sé si ha servido para madurar, si me he vuelto mejor o peor persona, o si he aprendido algo realmente en este tiempo. Prometo que no lo sé. Hay cosas que si sé. Sé que he intentado hacerlo, que he sido consciente de muchas cosas que hasta ahora no me planteaba. He pensado mucho, mucho, mucho. Más que nunca. He sido franca, y sobre todo he echado un montón de menos. Y lo sigo haciendo. Todo el rato. Supongo que por primera vez, he querido a alguien, pero querer de amor. De sentir cosas por las noches y abrazarse a alguien sin querer soltarle. De llorar de ganas de verle, o llorar por no poder hacerlo. Mi corazón también guarda. Palabras y sobre todo, personas. Ojalá pudiera guardar para siempre a todas las que quiero. Este año he descubierto, que son probablemente lo que más me importa en el mundo. Aquí, allá, norte, sur y lo que tú quieras. Yo quiero acabar bien, empezar bien…

Felices fiestas.

26 de diciembre de 2011

Ya no recordaba esa sensación de levantarse y que el campo esté blanco. Tan navideño, tan de postal. Es una mierda gigante. Sólo da frío, como todo en mi casa, porque tres capas de chaquetas y bata no es normal. Luego mi madre se pregunta por qué duermo 15 horas, pues coño, porque en cama no hay frío ni hay nada. Puede que a mi me guste poco, pero supongo que a mi perro le habrá hecho todavía menos gracia, porque el pone su culo sobre el cesped. Yo a mi perro le quiero mucho, y quiero que sepas que es muy inteligente, pero debo decir que siempre me ha parecido un poco inútil por el mero hecho de que tiene una casa cojonuda, y se emperra en dormir fuera (se en-PERRA).
...
...
Sigamos. No sé si os había hablado alguna vez de la señora que siempre tiende la ropa. Hoy he vuelto a verla, después de tanto tiempo. Sigue bien, y tiene tantísima ropa como siempre, así que supongo que a su familia tampoco le va mal.
Hoy de comer había lo que ayer de cenar. Y cuando digo ayer quiero decir Nochebuena, pero no me gusta presumir. Lo malo de las comidas copiosas, es que además, repiten. Y si no, pues ya se encarga mi madre de repetirla. Y lo peor es que está buenísima. Mi madre también, pero me refiero a la comida.
Pero lo mejor de hoy ha sido el Mcdonals. Resulta que desde que no vivo en casa, cada vez que vuelvo hay cosas fundamentales que debo ver: mis padres, mis amigas y mi Mcdonals. Aunque últimamente ha dejado de ser un vicio controlado y ha pasado a ser una puta droga. Tengo que dejarlo, será mi propósito de fin de año. Lo de hoy ya fue un desmadre. Después de entrar y tomarnos esa asquerosa hamburguesa que me tiene loca, decidimos que era el momento de tomar uno de esos deliciosos McFlurry, que son helados con galletas y sirope de chocolola (baba..). Perdón. El problema estaba en la tremenda cola que había. ¿Problema? Nos vamos al Mcauto en coche. Con dos cojones. Corina se hizo la picha un lío con lo de pedir por micrófono, será el miedo escénico. Eramos tres, y pidió tres. O eso entendimos, pero no lo hizo así la voz en off. Al ir a la ventana, había cuatro McFlurrys. Me gustaría parar aquí el espacio-tiempo para que os hagais una idea de nuestra cara (allí en nuestra ignorancia) de: "Nos han dado uno gratis". Quiero remarcar también el grito que vino de la parte de atrás del coche de: "Arranca como si no hubiera mañana", y también mi pensamiento de "Que malas somos".
Y entonces, zas, patada en la boca. Nos han cobrado el helado de regalo. Somos malas no, lo siguiente a tontas.


19 de diciembre de 2011

A diferencia de lo que piensan algunos, todos nos arrepentimos de algo. Algo es un término demasiado ambiguo para un domingo de madrugada. Mañana debería levantarme temprano, pero la persiana está demasiado mal cerrada como para tener sueño. Odio ese estúpido punto de luz de forma rectangular que entra a partir de las 12 y que jode a partir de las cuatro. Aunque en realidad, ya puedo decir que son las cinco.
Qué locura. No sé que atractivo estúpido tiene lo de trasnochar, pero todo parece ser más emocionante cuando el Sol no está por el medio. A mí me destroza y sin embargo no puedo dejarlo. El Sol no, pobrecillo indefenso que nos alumbra gratuitamente. Hablo de este trastorno del sueño que me invento para justificar que sigan pasando las horas despierta cuando debería estar visitando lugares increíbles con la mente mientras me sumerjo en un coma nocturno llamado sueño. Yo creo que es el Sur que acabará por volvernos a todos un poquito más locos.Porque parto de la base de que ya lo estamos. Un poco sólo.
Supongo que seguirás pensando en si realmente has llegado a arrepentirte algo, o si quizás , lo estás haciendo ahora mismo. Lo complejo del arrepentimiento es eso, llega cuando le apetece. Como el sueño, supongo. Podría hablarte de los que creen no haberlo hecho nunca, de los que creen que nunca lo harán y de los que viven con el miedo a hacer algo de lo que arrepentirse. Pero de todos ellos, los peores son los que viven continuamente arrepentidos, sin darse cuenta de que hay vida más allá de la culpa. La culpa no siempre existe, supongo. Soy de las que aconseja no arrepentirse de casi nada, y puesto a hacerlo, mejor hacerlo de lo que se ha hecho, y no de lo que se ha dejado por hacer, que luego quedan cabos sueltos y esto es una fiesta. Pero como siempre digo, no soy nadie para aconsejar nada.
Así que mejor me callo, incluso mejor me duermo, que no estaría nada mal.

8 de diciembre de 2011

Adoraría recordar eternamente este momento. Este momento en que estoy, pues, solamente conmigo. Lo cierto es que podría pasarme la noche escuchando esta canción, pero se me acaban las lágrimas aunque no lo parezca. Nadie me ha visto llorar como me he visto yo.
Malditas melodías que nos llevan a mil pensamientos. Buenos y malos. A recuerdos felices y otros, la mar de tristes. No sabría como empezar a hablar.
De repente, en un segundo, se te borra el alma, te crece la agonía y brota una preocupación allí donde ni si quiera sabías que había vida. Te mueres un segundo, y vuelves para contármelo. Porque no soy nadie sin mí.
Estás aquí. Con la misma melodía de fondo que tanto hace pensar. Pero estás feliz, pletórico si cupiese. Y ahora. Ahora ya no. La estabilidad es egoísta, tanto subir y bajar acabará con la cordura del mundo. Y probablemente, las fuerzas que chocan dentro de mí sean tan contrarias, que acabarán atrayéndose,
y aquí me quedaré yo. Terminando sola lo que empecé sin tí. La soledad es triste. Hoy está preciosa.

3 de diciembre de 2011


Me exijo a mi misma para que tú leas, sólo, lo que yo mejor te escriba. Por eso, que esté empezando a escribir esto no significa nada. Porque llevo muchos días, o mejor, muchas noches, empezando a escribir, pero por unas razones o por otras, no he terminado de hacerlo. O sí, pero no de la manera que esperaba. Por eso no he dejado que lo leyeras.
Dicen que los buenos artistas han hecho sus grandes obras en los momentos en que más sufrían. Por eso, debo decir que lo que pueda salir de aquí ahora mismo, será una grandísima mierda. Y eso me alegra. Significa que es un buen momento. Lo lamento por la gran obra que podría salir de mí, pero prefiero felicidad. Espero que lo entiendas.
Cuando las cosas van mal es fácil empezar a criticarlo todo. A destrozarlo con palabras, con lágrimas, o con lo que cada uno buenamente pueda. Hablo de estas dos porque son las que mejor conozco, y debo decir, que en algún momento he creído que las manejaba a la perfección. Me equivocaba. Cuando lloras sin querer llorar, las lágrimas te controlan a tí. Te cogen y te estrujan hasta que te dejan sin fuerzas. Seco como un desierto africano. Las palabras, por su parte, pueden hacerte decir barbaridades. Y te harán, muy probablemente, arrepentirte de lo que significan.
Cuando las cosas van bien, tengo esa manía de hablar de cuando han estado mal, supongo que porque en el fondo, tampoco soy egoísta. Y si algo te enseña el tiempo, es que un día estás arriba y otro abajo, por eso, hay que pensar y hablar un poco de todo.

En cuanto a mí, aquí estoy, de vuelta en casa. He dejado el sur después de un mes disfrutando de su clima, que ya ha dejado de ser tropical. Recuerdo cuando el Sur estaba en mi vida en dosis más pequeñas, aquellas, que no pesaban más de semanas. Pero eso se acabó, y el sur está en mi vida como prácticamente todo mi presente. Esto se debe a que he considerado a que soy lo suficientemente madura como para tener un trabajo, aunque sea muy breve, para conseguir una remuneración, que no nos engañemos, viene muy bien para los gastos sureños del día a día. Pero esa parte, me impide volver al norte, con la familia y los amigos de siempre.
Hay noches en que digo, joder, tengo ganas de verles a todos. Y eso es maravilloso. Echar de menos es de las cosas más bonitas que existen. Pero no todo es siempre bonito, hay otras veces en que el no ver a alguien frecuentemente hace que sea difícil mantener el contacto, pero en eso trabajamos. Y yo creo que siempre bien.
En cuanto a Tom, sólo puedo agradecerle esta semana, que por desgracia, ya se ha terminado. Le quiero, nos quiero. Sobre todo cuando me pongo triste porque no nos vayamos a ver en unos días. Es ahí cuando sé que le necesito. Quizá ha sido que esta semana me ha dado los besos que llevaba necesitando varios días. Abrazos o pequeños detalles que estaba pidiendo a gritos, pero sin decir ni una palabra.
Hay muchas cosas que me voy dando cuenta que debo cambiar de mí. Pero es demasiado pronto para hablar de todas. Empieza un puente largo y espero que muy bueno.
Paz y amor.





13 de noviembre de 2011

Te levantas, al menos, una hora antes de acostarte por si alguien tuviese todavía alguna duda de que no tienes ninguna prisa. Odias, por supuesto, caminar sabiendo que tienes que llegar a alguna parte y, sobre todo, que tienes que llegar cuanto antes.
Piensas que el otoño es la mayor mierda del mundo, hasta el día en que te enamoras de sus hojas y te deja totalmente enganchado a esas jodidas castañas al fuego. Total, ni si quiera hay tiempo para pensar si engordan. Solo estás deseando que llueva, pero para siempre, de nunca parar. Alguien te metió un día en la cabeza que los besos son más románticos bajo el agua, pero ya te digo yo que mejor bajo las sábanas.
La mayor agonía de tu vida es un problema de mierda que ni si quiera importa, y para el día que realmente pase algo importante, ni si quiera te enterarás porque estarás demasiado ocupado atendiendo a la banalidad de tus días. El paro sube, los sueldos bajan y los políticos mantienen la calma. La gente corre, grita. Todos locos.
Y ahí la tienes, con dos cojones. La vida está por las nubes. Pero tal vez te consuele saber que algo que has hecho tú está haciendo feliz a tanta gente.
Oh, Dios, sí! Mírame. Estoy haciendo feliz a mucha gente. Qué bien. Soy mágica. Del país feliz, de la casa de gominola, de la calle de la piruleta.
Y por cierto, intentaba ser sarcástica.
Casi siempre funciona. Pero el casi, acabará por jodernos la vida a todos.
Ahora mismo, sabes que no importa. Nada importa. Podrías salir corriendo que nadie se enteraría. Pero te quedas sentado, viendo la tele, delante del ordenador, con un móvil en la mano y un coche en la calle que pide insistente a gritos, ¡Vótame!
Y ahora repite conmigo: Soy un ser libre...
Claro que sí. Campeón.




12 de noviembre de 2011

Madurando (I)




Empezaré esta noche con esta canción. Simplemente porque hoy, me apetece hablar, contar.
Me gustaría escribir algo que te hiciera sentir cosas, fueran las que fueran. Algo que te hiciera pensar en ti mismo, en un alguien que sea importante o quizá pensar en ese nada que tanto necesitas. Ojalá, esto sirva también para mí misma.
Cómo siempre, empezar es difícil. Casi para todas las cosas del mundo, al menos las que conozco.
Por no variar, las horas no son las adecuadas, y le estoy robando al sueño, cómo no, sus minutos de gloria.
Espero que el once del once de dos mil once te haya dado para mucho. Qué tontería. Fijar una fecha por la cantidad de unos que contiene, como si por eso no dejase de ser un día como otro cualquiera. Pero los tontos, son los que más se divierten, o al menos, eso creo yo, y para mí el once es importante. Todos en general.
Hace ya meses que Tom entró en casa. Digo casa, pero quiero decir vida. Me ha parecido una relación interesante. A medida que pasan los onces, me voy dando cuenta de que cada vez se menos del amor. Lo cierto, es que no creo que haya sabido nunca sobre eso. Probablemente sepa tan bien como todo el mundo lo que es querer a alguien, y eso sí que lo he aprendido con el tiempo. Yo no sé lo que sabes tú sobre el tema, pero deberías pensar en que muy probablemente, quieres a alguien Hay días, días en que gritarías lo que sientes porque si quieres a alguien y no se lo dices, ese amor se está perdiendo. Días en que el orgullo te sella los labios. Días, en que necesitas un beso y no lo recibes, y todo parece una mierda. Días en que darías lo que fuera por pasar cinco minutos más con él.
Yo quiero a Tom. Más allá de la mierda que signifique el amor. Yo de eso no entiendo.

Esta semana ha sido extraña en todos tus sentidos. Extraña no significa mala. En absoluto. De hecho, lo extraño ha pasado a estar de moda, y en eso, los que hemos tenido siempre algo diferente tenemos ventaja. Pero no quiero alejarme del tema. Digo extraña, y quiero decir diferente. Quizá la semana más diferente de lo que va de Sur. Es probable que la semana en sí, no haya tenido nada a simple vista, pero no es esa vista la que me preocupa. Me preocupa la que va hasta el fondo, la que me afecta a mí y no a lo que ven los demás.
Puede que haya tenido la serie de conversaciones más maduras que he tenido en mi vida. Diría incluso que es así, seguro. Llorar de pensar es bonito, profundo supongo. Sufrir es madurar, y asumir es una mierda. Pero es lo que hay. Quizá hayan sido esos versos dedicados, quizá haya sido L o quizá haya sido Duty, pero he aprendido de todos.
Me dijo que mi ego estaba mucho más abajo que mis zapatos. Dijo que mi vida era mía, que la dependencia es estúpida, y que cambiar es bueno. Dijo, que al que no le guste tiene un problema, no lo tengo yo, y sobre todo, que librarse de todo aquello que nos hace daño y que tanto nos agota, es ser coherente y respetarse a uno mismo.
Esta semana ha sido extraña porque me ha dado un ultimatum, y es que necesito vivir mi vida. La amistad, para mí al menos, y espero que estés de acuerdo, es saber ponerse en el lugar del otro, aunque sea por una vez, y entender que desde ahí se ve distinto. Y nadie es tan malo, y nadie es tan bueno.

Pero me estoy alargando demasiado. Lo siento. No quería hablar de mí, pero esto siempre pasa. La canción es para tí, para el día que la necesites aún más que yo. Va con dedicatoria.
Buenas noches.



6 de noviembre de 2011

19.

Es tan tarde, que no me llegarán los dedos de una mano para decir la hora. Tanto, que ya a casi nadie le importa si las farolas están encendidas. Tan tarde, que ha pasado un año más de repente.
Hace un par de días, celebramos que me hacía un año más madura, más mayor, más vieja si cabe. O eso dicen mis padres, que son los que llevan mejor la cuenta.
Por segundo año consecutivo, no estaba en casa. Bueno, sí lo estaba, pero estaba en esta casa tan grande que está tan al sur.
Podría narrar cómo fue, lo intenso y emocionante que se tornó todo por un momento, y lo feliz que fui esa noche, pero quiero quedármelo todo. Para mí, y para todos los que aquí me hicieron llorar de felicidad, de cariño y de muchos momentos. Y para los de allá, que se acordaron a través de diferentes vías para hacerse igualmente presentes.
Lo cierto, es que aún hoy sigo emocionada. Especialmente sensible.
Será que me he dado cuenta, mucho más de repente de lo que pasan los años, que esta es mi nueva vida, y que me encanta seguir acostumbrándome a ella. Será, que el número diecinueve, a pesar de no tener nada de especial, suena jodidamente sexy. Será que tengo demasiadas cosas que contarte, pero que me queda muy poco tiempo para dormir, y necesito hacerlo...
Nos vemos pronto, lo prometo.
Paz y amor.


30 de octubre de 2011

Echaba de menos viajar por la noche.
De esas veces en que todo está tan oscuro y frío fuera, que daría igual que el autobús fuese simplemente a ninguna parte. No querría bajarme.
No es por presumir, pero últimamente no paro de pensar. No es que mis pensamientos brillen por su calidad, pero sí por su cantidad. Personalmente, opino que demasiada cantidad para girar siempre en torno al mismo tema.
Ojalá pudiera decir que no sé que pasa, pero sí lo sé. Lo peor de saber dónde existe un fallo es el no saber cómo arreglarlo, y entonces sufrir ideando la manera de conseguirlo. Esto tendría algún sentido si dependiera de mi misma, pero desgraciadamente, no es tan fácil, y por mucho esfuerzo que realice, se necesita alguien más para que todo funcione.
Y no es más que eso.
Supongo que te habrá pasado alguna vez. Espero que sí, porque así todo tendría más sentido y me comprenderías mucho mejor. Quiero pensar que a todo el mundo le ha pasado, le pasa o le pasará, que siente que entrega mucho más de lo que recibe.
Eso me pone triste. Quizá esté triste solo por dentro. Espero. Pero a veces, solo algunas, y de hecho, creo que esta es la primera vez que ocurre, me agoto. Me resta fuerzas pensar que quizá esté yo sola tirando de un carro pensado para dos.
Ojalá me esté equivocando y solo sean esas sensaciones tontas que se tienen en un momento determinado, y que acaban tiradas por la borda de un barco muy personal. De verdad lo quisiera.

Necesito un puente de descanso, pero de descanso mental...



22 de octubre de 2011

Son las dos de la mañana de un viernes cualquiera en una ciudad como esta. La pasada noche ha sido de las largas, y aunque suene irónico, solo acumulo un total de dos horas y media dormidas. Pero los jueves son una costumbre demasiado agradable, aunque las mañanas de viernes sean para borrar del recuerdo.
Sé que mis ojos quieren cerrarse y que debería atender sus deseos, pero esta noche necesitaba esto. Estaría dispuesta a cualquier cosa. Dispuesta a narrar mi vida, dispuesta a contestar preguntas, aún sabiendo que no hay quien las haga. Dispuesta a hablar de la que probablemente haya sido una semana de mierda.
Y mola porque pienso en cual ha sido la causa de tan ingente problema semanal y me doy cuenta de que no hay ningún detonante destacable, y sin embargo, esta semana me ha atropellado por completo.

Después del fin de semana, algún ente decidió lanzarse a adivinar el tiempo, y dijo por la tele que empezaba el otoño. Al fin, y con al menos un mes de retraso, salí de casa por la mañana teniendo frío, pero frío de verdad, del de cojones. El frío paseaba el lunes por unas calles demasiado acostumbrados al solano sureño ,pero tan pronto como llegó, se fue. Igual que mi alma, mi espíritu, mi esencia, quien sabe.
Al frío le ganó el calor, y a mí me perdió la ambigüedad, la falta de ganas.
Aunque el frío se fue solo, a mí me robaron el alma y todavía no sé cómo. Quizá todo ha girado demasiado en torno a Tom, como casi todo casi siempre. Quizá es que esta semana me di cuenta de que no tengo ni idea de cómo vivir en pareja. Sí, eso ha tenido algo de culpa. He descubierto que yo no vivo, sobre vivo. Y me niego en rotundo. De entre dos, hay uno fuerte y uno débil, y yo siempre soy lo mismo. Adivina cuál de los dos. Y cuando hablo de en pareja, quiero decir también en grupos, e incluso individualmente, siempre pierdo yo. No es que diga perder, en sentido literal, si no perder en que yo soy la tonta que siempre acepta, que hace cosas por aquello de, y que nunca, nunca se enfada.
Porque esa es otra, y ya no hablo de en pareja, hablo de en la vida, hay personas, bueno y digo hay, cuando quiero decir, casi todas las personas, resulta que se enfadan por cualquier chorrada estúpida, y te hacen sentir el único responsable moral de todo. TODO. Y aunque pienso, "What the fuck?", acabo pidiendo perdón por cosas que ni si quiera valoro como negativas. Acabo arrepintiéndome de lo que ni si quiera creo que está mal, todo, por no hacer sentir mal a nadie, y sin pensar, en que la única que se siente mal aquí, soy yo. Para el mundo, funciona así: alguien comete un error, y otro se enfada por ello. Al día siguiente, el primer alguien tendrá cuidado de no repetir sólo por una razón, que el otro no se enfade. Y aquí es dónde entro yo y digo ¿Y de que mierda sirve? En realidad nadie hace nada por ti, lo hacen porque no te enfades.
Pues que te aproveche. A mí, desde luego, no me sirve. Y si la gente hace cosas por mí, quiero que sean por mí, de verdad.
Por eso no me enfado.

Y si quisiera que me votaras , me habría quedado cojonudo, pero en la vida real, esta manera de pensar no ayuda a sobrevivir en la selva salvaje. Aquí o comes o te comen, y yo esta semana he sido absorbida totalmente, y lo mejor, es que ha sido una buena semana al fin y al cabo, pero en esta casa tan grande hay cosas fáciles que se vuelven difíciles. Es cuestión de tomárselo con humor y tener paciencia, que espero, vuelva esta semana próxima, ya sea con frío o sin él...

P.D. Después de todo, ha servido para que quiera todavía más a Tom, y para que valore mucho los fines de semana...

17 de octubre de 2011

Para los que todavía tienen miedo a la muerte, debemos decir: ¡tranquilos!. Vivir es mucho más jodido. Sin embargo, y a pesar de saberlo, yo también me acojono. Esto funciona así, somos conscientes de algo, pero no lo entendemos. Ni sabemos, incluso ni queremos entenderlo. Y lo que peor llevo yo, es lo de la nostalgia. Nostalgia del pasado que tuvimos y no tenemos, nostalgia del presente que no tendremos e incluso y el más absurdo, nostalgia del futuro que tampoco viviremos.
El mundo está loco.



6 de octubre de 2011

Todavía no se cómo empezar a hablar de todo lo que tengo que decir. Aunque claro, es lógico que se me acumule la información en el melón, con lo poco que paso a vaciarme por aquí últimamente. No sé si es el tiempo, que no es suficiente, o soy yo, que no lo se aprovechar, pero de hoy no podía pasar. Creo que la cabeza necesita, aunque sea ocasionalmente, liberarse de todo aquello que le hace trabajar tanto.
He de decir, que para esforzarse tanto, y pasarse el día pensando, es poco eficiente en su función, porque siempre me deja a medias. Llámala microondas, de las que calientan pero no cocinan.
Creí que cuando llevara algo escrito, sería más fácil empezar a expresar lo que realmente quiero sacar de aquí, pero me equivocaba, sigo sin saber como empezar y eso que ya voy por la mitad del cuento.
Quizá esto sea algo así. Como un cuento, y no porque sea precisamente precioso. O sí. Ya sabes, como esos héroes que aunque acaban bien, tenían siempre miles de problemas, algunos más estúpidos que otros, pero siempre estaban ahí para intentar joderle la historia. Por suerte para ellos, siempre les ganaban la partida, y se quedaban con la chica y el castillo. Y eso es lo que suelo pensar antes de dormirme, que aunque haya problemas, por ridículos que sean, lo importante es aguantar. Lo único malo es que diría que aguantar es el deporte más difícil del mundo.
Mi consuelo, el equilibrio. Los días buenos que tienen la capacidad de solapar los días malos, y los momentos de risa, que hacen que nos olvidemos de los lunes de lágrimas, por muy fugaces que sean.
Lo bueno de esto, es que llego aquí, para intentar contarte que a veces, las fuerzas también me flaquean, pero en cuanto empiezo, me doy cuenta de que todavía me quedan más. Y que si no me quedan tendré que fabricármelas. Es cierto. Es que me planto frente a mis problemas, y ahora que están escritos, me parecen insignificantes. Y digo...¿En serio? Y me planto friamente y sé que no son para tanto. Y sobre todo, que darles una importancia que no tienen sirve realmente para nada. Pero, hay momentos en que no todo se ve tan claro. Y una palabra te sienta como una patada en el orto, y te faltan besos y te apetece más cariño del que te dan, y te sientes más sola que antes, o mal acompañada, o te sientes triste, o poco animada, cambiada...Quien sabe. Fíjate que variedad, mejor que las rebajas.
Pero para eso vengo aquí, para hacerme sentir mejor, y decirme que esos momentos, aunque a veces nos hagan perder la cabeza, o el sueño, no son nada al lado de todos los otros que me hacen sentir querida, alegre, animada. Y los besos de Tom acaban compensándolo todo, y las palabras de Boston, y la confianza de Llul, y la simple existencia de Penis me hace sentir en casa. Y L, que la sigo echando de menos como el primer día...
Yo que sé. Esto es la vida.



29 de septiembre de 2011

"Puedes creer que vas a pasar toda tu vida sin necesitar a nadie, pero sabes que es mentira. Sin embargo, para el día que te des cuenta, esa persona que realmente necesitabas, aún sin saberlo por aquel viejo entonces, ya no estará. Te conformarás con otra que intentará subsanar esa falta, pero por supuesto, no lo conseguirá. Tu felicidad no será plena aunque realmente puedas llegar a pensarlo, y todo por dejarte llevar por esa mierda del orgullo y de los principios que no tienen final. O quizá no. Quizá te lances con todo el equipo por algo que parecía la mayor locura romántica de la historia de tu vida y con el tiempo te darás cuenta de que esa persona que quisiste no era para ti, y aprenderás de ese error, como de todos los demás.
Pero eso es vivir, aceptar una oportunidad que llega a tus manos. Aprovecharla bien, o aprovecharla mal. Pero tenerla, hacerla tuya y sobre todo, hacerla real.
Y te hablo desde aquí, desde dónde no vas a verlo nunca, porque tu vida es tuya, y por mucho que me gustase meterme en tu cabeza al menos cinco minutos y poder cambiarlo todo. No puedo. Nadie puede.
De veras siento que como persona estés muerta de sentimiento. Ojalá revivas algún día, y cuando antes, porque te aseguro que sentir es lo mejor del mundo..."



19 de septiembre de 2011

Las noches despiertas que dan para mucho. Capítulo I.

Todavía no se si odio o me encantan las noches en que se que debería estar durmiendo desde hace ya una hora, a lo menos, y sin embargo, en lugar de hacerlo y dar el día por sentado, abro este ordenador para comprobar que su reloj digital es capaz de marcar la hora que forma el número de pi.
Por ejemplo.
Sobre todo, cuando sabes de sobras que no sólo puedes dormir, si no que quieres dormir porque te has pasado las noches de un fin de semana cortísimo recuperando el calor que había perdido tu cama, y no precisamente durmiendo.
Y mola mucho, porque a estas horas piensas que mañana podrás estar en clase perfectamente, con los ojos plenamente abiertos y manteniendo una atención constante, pero en realidad...Ni de coña.
Así que, aunque me encante estar contándote esto, porque echo bastante de menos sacar mis cinco minutos diarios para contarte cualquier gilipollez ingente que me haya pasado a lo largo del día, me voy. Porque la fuerza de voluntad hay que sacarla de dónde sea. Y ya que no la tengo que usar para dejar de fumar, pues la uso para dormir, que está bastante mejor.
Paz y amor.

10 de septiembre de 2011

De esta semana sureña, quiero hablarte de un segundo en concreto. De ese segundo en que miré mis zapatos de tacón un jueves por la noche, y me di cuenta de que había pasado un año entero. Había pasado un año entero desde aquel principio y nadie me había avisado. Ni si quiera un poquito. Levanté la mirada hacia el frente, porque no es que yo sea torpe, pero caminando en tacones no me puedo permitir el lujo de mirar el mismo suelo, y vi todo aquello. Un sitio al que ahora llegaba sin saco de basura, sin mi tanga en la cabeza, sin una L colgando del cuello y sin unas letras que forman novata en mi frente. Y vi a esos otros. A los que esa noche sí lo llevaban. Todo el pack. Pensé en lo avergonzados que se estarían sintiendo mientras todos les miraban. Pensaba en que estarían deseando poder quitarse todo aquello y camuflarse tímidos entre los demás.
Y entonces, de repente lo entendí todo. Les tenía envidia.
Solo eso. Y no una pizca. Si no un montón de envidia.
Porque recordé hace un año. Y todo lo que vino después. Recordé un año entero. Recordé el año. Y ya no sólo les envidiaba a ellos, me envidiaba a mí también. A mí, aquel mismo día y cualquiera de los otros.
Y aprendí, una vez más, que los cambios nos sacuden de repente. Como las malas noticias, que nos dejan fríos por un instante y prácticamente inconscientes hasta que conseguimos recuperar la razón.
Cómo las olas sacuden el mar.
Y aprendí que el tiempo, nos da pena cuando se acaba, y nos da miedo espantoso cuando está por llegar.



3 de septiembre de 2011

Perdiendo el norte.

Me gustaría escribirte hoy algo bonito. Quizá porque hoy es uno de esos días en que la lucecita de alarma se enciende y se activa automáticamente un cartel luminoso en la espalda en el que se lee casi a la perfección, "necesita desahogarse".
Hoy me levanté soñando que no era hoy. Pero resultó que sí lo era.
Bueno, hagamos una pausa. En realidad, hoy, voy a hacer una excepción. Me gustaría, si me permites, empezar por el final. Hoy, estoy harta de principios.
Hacía tiempo que no iba a aquella casa, la que un día fue mi casa. Al menos, de esa manera. Los cambios se notan siempre de repente. Allí, en aquel salón tan cariñoso, había un sofá demasiado cómodo. Mi abuela y yo jugábamos siempre a vacilar a mi abuelo, diciéndole que ella quería mas al sofá que a él. Pero mi abuela un día se fue, o se la llevaron, cada uno debe verlo como quiera. Y hoy, ella no estaba, y el sofá, tampoco. Ahora había allí una butaca. Sola. Igual que se quedó mi abuelo.
Fui habitación por habitación, cajón por cajón, buscando algo que me hiciera sentir pequeña. No quería saber nada de móviles, de pérdidas de inocencia, de responsabilidad alguna. Y lo encontré. Encontré, a parte de ese olor a siempre, carpetas y cajas. Y lo más importante, un montón de fotografías que ni si quiera recordaba. Pero si alguna debía ser destacada, era esa foto. Con mi padre en la playa. Un padre de a penas de 30 años, y yo, que ni quiera tenía años. Ese padre, con el que desde hacía un par de horas, ni si quiera me miraba a la cara, hoy. Las ganas de llorar llegaron más tarde, con una canción bonita que decía que every teardrop is a waterfall.
Pero como hoy vamos hacia atrás. Ahora me sitúo en el asiento de atrás de mi coche. Explicando a mis padres cómo va a ser el día de mañana. Último día de norte, antes de empezar el sur. Lo tenía todo tan pensado, que mi padre decidió que era demasiado. Y que él tenía pensado algo mejor. Nada. Entre gritos que salieron de no se muy bien dónde, canceló más de la mitad de mis planes. Y mi norte se rompió en pedazos, hoy.
Si fuera todavía más atrás, pero bastante más. Sabrías que todavía no me apetece abandonar el norte, que no quiero que se acabe este verano aún. Un verano que ha sido largo, pero que hoy, se me escapa.

Pero hoy es hoy, y ahora. E ir hacia atrás no sirve de nada. El norte se acaba de forma continuada, pero seguirá dónde siempre, aunque sea de forma intermitente. Y el sur, ese sur que hoy, se hace perezoso, será de nuevo, mi día a día. Se acabó el verano, pero llega el invierno. Se acabó contar los días sin Tom. Se acabó pensar en soledad. Se acabó.
Espero que el sur siga siendo igual que en mis recuerdos y que todo vaya todavía mejor.
Nos vemos muy pronto, cuánto antes.
Paz y amor.



31 de agosto de 2011

En toda vida humana llega un momento en el que dices, ahora o nunca. Y al cabo de unos minutos, cuando ya estás lanzado, te das cuenta de que todavía había mucho que esperar.
Hay arrepentimientos que nos llenan de culpa, y otros, que nos llenan de odio. Pero dicen por ahí que el odio es muy malo. Que el odio lleva al lado oscuro, y allí no se ve nada de nada.
Y como siempre ocurre, el tiempo nos da la razón. La razón nos quita el amor, y el amor nos da la vida. O nos la roba,
eso depende de demasiados factores.
Pero después de dar mil tumbos, siempre llegas a algún sitio. No me preguntes a dónde, yo todavía sigo pegando botes. Lo único que se, es que hay cosas que es mejor no saber. Cosas que están hechas para vivir, no para pensar. Y si realmente alguien es feliz jugando a ser calculadora, espero que le aproveche. Yo prefiero ser valiente, y jugar a ser persona. Aunque sea mucho más difícil ganar.



29 de agosto de 2011

Madrid.

Molaría un montón hablar de Madrid. Molaría hablar un montón de lo que mola Madrid. Molaría hablar de que Madrid mola un montón. Y todas las frases que se te ocurran utilizando tan solo esas palabras. Pero respetaré esa pequeña costumbre mía de no narrar absolutamente todo lo que ocurre en un viaje. Quizá porque así, es en parte, como si se quedara todo en mí, en ellas y en la ciudad que nos sirve de escenario.
Hace un año, sucedió algo bastante parecido. Para terminar Agosto, cogí mis cosas y me marché. Por aquel entonces, tuve la suerte de ir a esa ciudad tan importante para mí como lo es Barcelona. Y esta vez, cojo, y elijo Madrid. Obviamente, totalmente diferentes, y sin embargo, con muchos parecidos para alguien poco acostumbrado a los grandes aires, como podría ser yo misma.
Al igual que entonces, esta ha sido una experiencia que no se olvida, que se guarda, que se vive intensamente tan solo unos cuantos días, pero que con suerte, se recuerda toda la vida.

Y como aquella vez, volver a casa a terminar Agosto, trae irremediablemente de la mano otra palabra, Septiembre.
Hay quien empieza los años en Enero, pero yo, particularmente, los empiezo en Septiembre. Empezar algo nuevo, aunque sea parecido, siempre asusta. Da igual las veces que lo hayas hecho. Podría decir que Madrid ha sido maravilloso para cerrar el verano, pero no puedo. Aunque todavía no entiendo muy bien porqué, todavía no quiero cerrarlo. Quizá haya sido un verano enorme, intenso e incluso muy emocionante, quizá no haya sido para tanto. Yo no lo creo. Por eso, ahora que se empiezan a contar las horas para volver al Sur, también me da pena. Ahora que el norte está en un gran momento, ahora que me gusta cada día más. Pues no sé, se le ira cogiendo cariño. Son cosas de sentimientos que yo no estoy lista para explicar.

Pero esto funciona así, y después de tanto tiempo debería ir aprendiendo las normas. Todo lo que empieza, se acaba.
Madrid, no. Tranquilos.




24 de agosto de 2011


MADRID. MADRID.MADRID.MADRID!
P.D. Quiero que sepas que tu ausencia en este viaje es lo que más va a pesar en la maleta, MT.

17 de agosto de 2011

Brindo por los días completos, por las noches intensas sin que tenga que haber sexo de por medio. Te deseo un momento pleno, como este mismo. Ni si quiera sé si tengo sueño. Todavía no me he parado a pensarlo. En determinadas noches, dormir es lo que menos importa.
Hay muchas cosas que llenan la vida de las personas. Injustamente, en su mayoría, bajo el sucio título de materialidad. Y sería pecar de demasiadas cosas decir que mi vida no se alimenta diariamente de ello. Pero asumes y bajas la cabeza, porque piensas sería una lucha demasiado grande para alguien tan pequeño.
Llega un día que hay ya muchas cosas que no te gustan. Piensas que son etapas, días en los que simplemente un mundo entero apesta en su conjunto, que se compensan con otros en los que te conformas con seguir viviendo, que es ya un sueño para muchos otros que no tienen tanta dicha, y que podría odiarte, justamente, por tanta tontería de niña pija.
De repente un día te levantas pensando que estás vacío existencialmente, de que falta algo, de que buscas eso que no tienes, pero que mas dará buscarlo si no sabes qué tienes qué encontrar. Y piensas en la parcela de espacio que ocupas. En la mierda que abultas. En que hay mil sitios ahí parados que podrías estar viendo, miles de personas que podrías conocer. Cosas que aprender. Que enseñar. Pero estás aquí. En la misma ciudad cerrada de siempre.
Cuanta hipocresía derrochada. Hay que ver. Nos sentimos vacíos por no tenerlo todo, cuando hay gente que no tiene nada. Quejarse. Menudo trabajo.
Y una mierda. Una noche no te acuestas y piensas y piensas. Y si no te sale solo, viene alguien y te abre los ojos. Y de nuevo, empiezas a confiar en la humanidad en su conjunto porque la esperanza es lo último que se pierde. Y una lucha, por grande que sea, dura hasta el final. Y el mundo es una mierda, pero es la mejor mierda de mundo.
Y la gente que no vale, no vale y punto. Y si te han fallado, pues hasta luego. Porque las decepciones están para aprender, igualito que los errores. Y no me cansaré de decir que no hay nada mejor que el tiempo para cambiar el punto de vista. Para darse cuenta de en quien pensamos cuando estamos solos. Tiempo para saber a quien echamos realmente de menos, y para saber que esas personas que creíamos necesitar, ni nos necesitan tanto, ni nosotros a ellos. Y las apariencias son preciosas, pero jodidamente falsas. Y aquí todos nos hemos vendido, que no te engañen.
Pero viene un alguien muy importante para ti, y te devuelve algo que ni si quiera sabías que tenías. Confianza en ti mismo. Y que tenga que venir uno de fuera para darte algo tuyo. Qué triste. Pero no importa. Porque nunca podrías haber imaginado la satisfacción que produce que confíen tanto en ti.
Y ojalá todo sea siempre tan recíproco. Y tan inmaterial. Como confiar, como sincerarse, como enamorarse. Como echar de menos. Como no pensar.

"..La de cosas que no se hacen por pensar en las consecuencias. Por eso me subo a las ventanas. Porque es espontáneo. La espontaneidad manda".- Llul.




Y esta va por Llul, por enseñarme tanto, aún casi sin darse cuenta. Por Penis y por L, que las echo jodidamente de menos. También por Boston, porque quiero verle cuanto antes. Y por Tom, porque yo, pienso en él cuando no puedo dormir...

15 de agosto de 2011

Una de esas noches mágicas. Esas noches de verano inexplicables.
No es muy cálida, todo he de decirlo. Incluso esta noche, llueve,
llueven estrellas. Bonitas. Preciosas.Tan rápidas que a pesar de todo, siempre se me escapa alguna.
Qué injustas.
Yo le guardo todas las que puedo, aunque tenga que ser con los ojos. Y esa misma,
ya es solo un recuerdo. Ojalá pudiera invitarle a sentarse conmigo bajo esta capa oscura. Y si quiere intimidad, pues yo le apago la luna y no se hable más.
Yo todavía no sé muy bien si estoy sola. Una vez leí en una estación de autobús que la soledad, es estar rodeada de gente, y solo pensar en el que no está.
Eso debe ser que sí.
Como se enteren todos estos, van a odiarme para siempre.
Para él, recordaré la más bonita. Y si quiere dos, pues también. Y las que hagan falta.
Aunque no es fácil verlas, con esta luna que está aquí. Justo encima. Brillando más que las farolas.
Pero da igual. Pienso quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Tengo todo el del mundo...




10 de agosto de 2011

"La mayoría de los días del año no tienen nada de especial, comienzan y acaban sin dejarnos recuerdos perdurables en la memoria.
La mayoría de los días no tienen ningún impacto sobre el transcurso de la vida".
Sin embargo, he de añadir, que no son más que todos ellos los que forman una vida entera.

Hay días. Días que rodeas en el calendario de la cocina con un rotulador rojo. Días de los que hablarás en tu diario, de los que narrarás a tus amigos. Días que preferirías no haber existido, y esos otros días.
Días de nada, sin notas en la agenda.
Pero también, hay noches. Noches que irremediablemente cierran el círculo. Noches que arreglan el día, y noches que lo amargan. Hay noches largas que sirven para pensar en días. En días de nada que fueron algo, o en días de algo que resultaron no valer de nada.
Hay noches en las que haces algo que cambiará tus días. Noches que no vienen en los calendarios de las cocinas, pero que recuerdas casi, casi, cada día.
Hay quien guarda fechas. Hay quien las recuerda, y hay quien las olvida. Particularmente, prefiero guardar para luego recordar. Quizá es que últimamente me alimento a base de recuerdos.
Recuerdos de una noche que se llamaba como esta, aunque de un mes distinto. Una noche que tampoco viene en mi agenda, pero que está guardada en un lugar algo más importante. Aunque allí no haya calendarios, ni cocinas. Ni rotuladores.
Paz y amor.



7 de agosto de 2011

Bienvenido a la república independiente de mi casa.

Un domingo. De esos en los que tu cara se asemeja a la de los bailarines de videoclip de Thriller de Michael Jackson y en los que intentas rememorar la noche anterior, hasta que descubres que las copas te han robado todos tus recuerdos. Sí, de esos.
Esta semana ha rodado veloz, será porque con las lluvias resbala, porque no creo que sea porque huye del calor, que está brillando, este año especialmente por su ausencia. Y mira que yo no soy de esas que adoran torrarse, es más, necesito un calor moderado porque sino me debilito, me falta la vida, la desgana se apodera de mi. Bueno, terrible. Pero esto tampoco, hombre por Dios. Que vamos a encoger con tanta agua. Con la cantidad de vestidos bonitos, preciosos que tengo en el armario esperando salir y que están ahí muertos de risa. Libertad para todos. Dejadles salir del armario, por favor.

Y en estas circunstancias, todo el que puede huye. Mis padres los primeros, que están disfrutando de la República Checa en todo su esplendor. Aunque mañana tendrán que volver a enfrentarse a la realidad del norte.
Total, que de este párrafo, has deducido que mi hermano y yo nos hemos quedado en tierra. Por propia voluntad, todo se ha dicho. A ver si te vas a creer que es un castigo por mal comportamiento, que no lo es. Él se ha quedado en casa de mis primos, y yo, yo deambulo de un lado para otro sin olvidarnos de que tengo el control total aunque temporal de mi casa.
Un sueño, eh. Te imaginas ahí haciendo lo que hace la tía del anuncio de Ikea, de timbrar a todos los telefonillos para invitar a todo el mundo a tu casa, porque tienes derecho a tu fiesta.
Bien, creo que lo más rebelde que he hecho ha sido ponerme un CD a todo volumen y sacudir el mantel por la ventana para no tener que barrer. Yu-ju. La más mala.

Y nada. Pero ha sido genial. He tenido invitados, he hecho tareas de casa para que mi madre no sienta que no valgo para vivir sola. Porque aunque no sirvo, tengo que aparentarlo al menos.
Ay, que se me olvidaba. Ayer, Dios, no se si en realidad debería contar esto, pero bueno, qué coño. Resulta que mi madrina me regalo un par de entradas para un concierto de, bueno ahora eso da igual, y allí fuimos mi amiga Pola y yo, a pesar de que no tenía ningún interés. Cero.
Salí enamorada de Carlos Baute, mierda. Lo he dicho. Bueno, ahora ya está. La apariencia no lo es todo. Cómo baila, canta bien, es mucho más guapo que en la tele. ¿He dicho ya que es muy guapo? Que manera de menear el culo, y ese pantalón apretado, y... Pero bueno, no es mi estilo, eh. Aunque lo disfruté como una cría y eso es lo que vale. Qué coño. Y luego fiesta, mucha fiesta de verano. Que en algo se tendrá que notar que estamos de vacaciones, ya que no hay sol...

Y ahora, a resucitar poco a poco...Nos vemos pronto.
Paz y amor.


3 de agosto de 2011

La Fuga.

Solo la necesito a ella para pensar un poco en todo y otro poco en nada. Últimamente mi guitarra solamente suena a ella, pero falta mucho para que suene igual que ella.
Recuerdo las noches locas que siempre acababan bien. Los días largos de sol sureño, por supuesto, pero también las tardes de café del norte.
Hace un par de días, me dí cuenta que las cosas habían cambiado bastante en el norte. Cuando te das cuenta de las cosas lo haces de repente. Es como una hostia de morros contra un árbol. Plaf. Por supuesto que eres consciente de que esas pequeñas modificaciones se está dando, y cómo es lógico no puedes hacer nada para evitarlas. Y lo cierto, es que tampoco quieres. El tiempo pasa y no pasa solo. La vida le acompaña. Siempre, siempre. Quien eres tú para prohibirlo.

Era la primera vez que estaban juntos pero separados, después del tiempo suficiente como para recordarlos siempre agarrados, te percatas de que ahora las cosas no son así. Y aunque ya lo sabías, siempre necesitas que alguien te dé un bofetón en la cara y te lo enseñe frente a frente para terminar de creerlo. Digamos que prácticamente la conocí estando con él, y nuestra amistad le ha tenido siempre como tema de conversación y por supuesto, preocupación. Y está claro. Si las cosas han cambiado han sido por culpa de que se ha comportado como un cabrón con ella. Sin embargo. Joder. Yo que sé. Le ves ahí, cabizbajo, y piensas que de una manera u otra él también ha sido un amigo. Su novio, y por tanto, un alguien que formaba también parte de tu día a día.
Ella, tres metros más atrás. Disfrutando de la fiesta. Portando todavía un subconsciente que piensa en él cada noche, aunque no se esté dando cuenta. Y yo, entre ambos, pensando en que si ellos han cambiado, muchas otras cosas también. Ya no es lo mismo. Por supuesto que no es lo mismo.

No sé a qué o a quién debería agradecer que nosotras sigamos siendo las mismas. Al menos en número. En nombre. Pero está claro, que no somos las mismas personas que hace un año, cuando estábamos en aquel mismo sitio. Joder, es que la vida suelta de repente a siete personas en lugares diferentes, con diferentes personas, estudios, viviendas. Todo. Nueve meses más tarde, volvemos al norte que nos une y pretendemos que todo siga igual...Jodido. Vamos, echa un vistazo. Yo ahora llevo el pelo rojo, casi todas tenemos permiso para conducir, a ella le gusta la música de fiesta y a aquella el estilo indie. Llevo una camiseta de basket y ella unos tacones. Y eso es sólo el principio. MT ha empezado a fumar, y Póla lo ha dejado para siempre. Yo salgo con Tom y Morla se ha enamorado y desenamorado sin que a penas lo notáramos. Y podría seguir durante horas. Es diferente,
y me he dado cuenta hoy, de que es sobretodo, mucho mejor que hace un año. Las necesito el doble. El triple. Porque el norte es sobre todo, ellas.
Eso es lo único que importa.

Pero yo solo estaba pensando un poco...Y se me ha ido la cuenta.
Paz y amor.



31 de julio de 2011

Informe semanal.


Dicen las malas y también las buenas lenguas, que el domingo termina la semana. Quizá esta haya sido la intensa, la más intensa de lo que va de verano. De repente te conviertes en una conductora novata, vuelves al Sur de visita y vas un poco más abajo todavía, celebras cumpleaños, aquí y allá, algo así como tres en concreto. Y llega el domingo y dices: "Qué maravilla".
Pero hacerte un resumen tan resumido sería demasiado. Mi capacidad de síntesis no es tanta, así que me explayaré un poco más, pero con el deseo de que por favor, no sea un auténtico coñazo.

Resulta que por ser día 25 de Julio, o lo que es lo mismo, festividad de esta nuestra tierra Galicia, este lunes fue un día de celebraciones y otras cosas varias de carácter ocioso. Y pasó el día, pasó la romería, llegó el día veintiséis. Me levanté temprano, me cagué de miedo y todo eso para conseguir un papel que me autoriza a pisar los pedales de un coche. La felicidad te acosa, estás en la cima. Aprovechando la euforia, Póla celebra su cumpleaños esa misma noche. Sí, un maldito martes en el que esta ciudad tan mía está realmente desierta, pero no importa. Comimos como cerdos. Perdón, quise decir cenamos como cerdos. Un chupito y a casa de rebote. Lo siguiente que recuerdo son patatas fritas, amigas y volver a casa apurada para preparar una mochila. Que nos vamos de camping, parece. Allá vamos bien temprano MT y yo, camino al sur. Cuántos recuerdos entre aquellas calles. Mi casa de invierno. Es acojonante. Han pasado ya casi dos meses y es como si no me hubiera ido nunca. Como si Tom fuera a salir de su coche en cualquier momento. Como si Llul, Penis, Boston o L fueran a estar en sus ventanas.
Por desgracia no es así, pero me basta con volver a respirar el calor sureño y poder enseñarle todo a aquello a MT. Que por cierto, el calor sureño, muy bonito, sí. Pero insoportable cuando cargas con dos mochilas y una tienda de campaña. El sudor se apodera de nosotras. Nos vamos en otro bus. Todavía más al sur si cabe. Vivimos al límite.
Y allí estamos. Años y años de evolución, de descubrimientos arquitectónicos, de construcciones de edificios imposibles y llegamos y en dos segundos, paf. Tienda. Y vas a dormir ahí, y no hay más. Total, que todo es nuevo y perfecto. Senia, Pato y todos sus amigos están allí. Piscina, bocatas y pasa el día, y llega la noche. Incluso de camping hay que lucir, está claro. Una noche estupenda, tan oscura como divertida. Tan animada como cálida. Y bailando, se nos ha hecho de día. Dormimos, o al menos lo intentamos. Al acabar, debemos huír de allí antes de las doce si no queremos pagar un día más. Y nos vamos. Y de paseo en buses volvemos al norte. Prácticamente a descansar de forma continuada. Y para rematar, noche de sábado, otro cumpleaños. Largo entre los largos. Casa, piscina y amigos que ya creía que me habían olvidado entre recuerdos. Pero no, Y es maravilloso saber que no es así. Bonita celebración.
Y ahora que el Sol se asoma por esta parte de la península seguimos disfrutándolo. Quizá la marca del bikini deje ser una utopía.
Paz y amor.

27 de julio de 2011

L.

Aprobé.
Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
No, en serio.
Sí.

Lo cual es cojonudo, ¿te imaginas? Yo en coche, ahí...Lo cierto es que todavía no. Mola mucho porque aprobé el examen de conducir ayer por la mañana, pero no podré empezar a ponerlo en práctica hasta el viernes. Totalmente lógico, vamos. Pero bueno, a los señores de tráfico, puestos a prohibir, han prohibido ese típico papel de toda la vida con el que podías circular mientras no llegaba tu carnet provisional...Así que toca esperar. Pero bueno, no hay prisa. Me bastó con pasear con la L esa tan verde y tan reflectante por el centro. Sí, la llevaba en la mano, pero y qué mas da. Llevas esa cara de ingente satisfacción, con esa ceja levantada. Y ni si quiera se te pasa por la cabeza que el 80% de las personas que te cruzas ya han tenido una. Nada te importa. Es tu momento.
Ahora solo falta el coche, o mejor dicho el seguro. Porque por si no había pagado suficientes euros entre prácticas y derechos de examen y todo el petate, ahora me tengo que dejar otro pastizal en el señor seguro. Espero poder solucionarlo cuanto antes, o mejor dicho, que mis padres hagan el favor de querer solucionármelo barra pagármelo. Ya tú le llamas como quieras.

Lo cierto es que no sé si fue chiripa, o que soy una conductora lo suficientemente correcta, pero aquel señor de gafas de sol que iba tirado cual saco en el asiento de atrás, puso en aquel papel que era apta. Y no es cuestión de llevarle la contraria. Mi pobre compañera de autoescuela no tuvo la misma suerte, y eso me hacía sentir bastante horrible. Es como esas veces en el instituto en que apruebas un examen y tu compañero de mesa no. Te sientes malvado y ocultas tu nota con la cartuchera, e intentas consolarle diciendo: "No te preocupes", aunque sabes que te está odiando a la vez que piensa: "Qué fácil decirlo con un aprobado en la mano, zorra".
Así que me tragué toda la emoción y lo único que hice fue mandar mensajes clandestinos a algo así como a toda mi agenda desde el asiento de atrás de aquel coche que se dejó guiar.
Sé que movistar me amará eternamente por tal acto del que ya me arrepiento.

Y eso es todo por el momento. Y como he dicho, y dado que no puedo conducir ni un poquito, pues voy a dejar que pasen los días, pero en lugar de esperar aquí, me voy de camping, aunque sean solo dos días. A celebrar el cumple de Pato, con ella, Senia y demás. Y por si fuera poco, me llevo a MT conmigo afortunadamente. Lo único malo es que Tom y yo no podremos vernos, pero ya estamos mirando algún día dentro de no mucho...Jo.
Si MT y yo somos capaces de montar y desmontar la tienda de campaña, volveré para contártelo, sino, vete a buscarme y échame una mano, por Dios.
Paz y amor!

25 de julio de 2011

Tengo miedo.

Toque y salgo. Corina conduce, rápido, como de costumbre. Consigue que a veces me ponga un poco nerviosa. MT calma su mono de nicotina fumando uno de esos cigarros que guarda en su mochila de cuero. Lleva la ventana abierta y la mano algo por fuera. El aire entra de golpe, y ¡zas! en toda mi cara. Cuando creíamos que el radio casette del coche no tenía más volumen, fallamos. A Corina le encanta lo de ir con la música alta mientras recorre kilómetros. A mi lado, Morla va callada, muy elegante para una tarde de festivo. Supongo que estará odiándonos por cantar esas canciones que ella detesta, y que en parte, yo también, pero que quieres que te diga, siempre animan el viaje.

Joder. No paro de mirar los pies de Corina, que si un pedal, otro. Me pregunto si yo también sabré pisar el adecuado en el momento oportuno. Me apetece un montón ser yo quien conduzca, y no sentirme un peso por que tengan que venir a buscarme a casa. Mis padres podrán tener su vida propia sin tener que estar pendientes de cuándo hay que ir a buscarme. Todo serían ventajas. Pero para eso necesito que un policía se siente conmigo en el coche, y me diga "Oye, maja, que sí venga, que te doy permiso". Pero está realmente jodido.
Por lo menos sirve para descubrir que la gente confía en tí bastante más que tú mismo. Lo cual es triste, pero genial al mismo tiempo. Aunque en realidad, es un peso más, porque me sentiré tremendamente inútil cuando les decepcione a todos. Pero bueno, confío en que sabrán perdonarme.

Me tomaré una valeriana. Un vasito de leche.
De desayuno un zumo de naranja, choco crispys con leche y una gotita de suerte, por favor...
Paz y amor!

22 de julio de 2011

No sé porqué, desde hace unos días no se me permite poner fotos acompañando a estos textos que suelo escribir. No sé que te hecho, blogger, pero me gustaría que me dijeses las cosas a la cara. Con lo bonitas que son las imágenes que elijo. Jo.

Pero bueno, mientras intento superarlo, mi vida debe seguir con su ritmo normal. Aunque lo cierto, es que no tengo ni idea del ritmo que lleva, ni si quiera tengo conocimiento de si lleva alguno en concreto, pero he de decir que como melodía, no suena nada mal.
Aunque a veces hay crisis. Te chirrían los oídos. Hoy por ejemplo, me bajo del coche, me acuerdo de toda la familia de ese ser que lo haya inventado y que le haya puesto tantos pedales como mosqueteros y tantas marchas como cuerdas lleva una guitarra. Aunque de todas formas, creo que nuestra relación funciona. Porque se basa en un amor-odio continuo al que se le acaba cogiendo cariño. Quizá porque esos momentos en los que desearías tener una televisión delante para contestarle al señor de los anuncios de BMV que te encanta conducir, superan a esos, que por cierto, son más escasos, en los que maldices el día que dijiste "Voy a apuntarme a la autoescuela".

Volviendo a retomar mi vida, ya sin ruedas de por medio, me he dado cuenta de que estoy empezando a romper mi burbuja. Me explico. Tu ya sabes que me defino como una persona bastante débil, en cuanto a personalidad se refiere. De las que dicen que si por no decir no, y de las que se callan para no herir los sentimientos. Pues bien. Recuerdo hace ya bastantes meses el día que dije, se acabó, seguido de palabrotas varias. Desde ese día hasta hoy, mis avances fueron lentos y escasos, pero estaban ahí. Bien. Pues volver al norte me ha ayudado a seguir con mi evolución, algo así como un pokemon. Total, que noto un nosequé terrible en mi interior que me abre la boca y suelta lo que pienso. Así. Plas. No hay quien lo pare. Aunque he de reconocer que tampoco le pongo freno. (Mierda, estoy pensando en el coche otra vez).
Pero bueno, que mientras no me traiga consecuencias, vamos a ver como sigue avanzando...

Bueno, lo dejó aquí. Me voy a ver una película, comiendo. Dios, que hambre.
Paz y amor.

20 de julio de 2011

Dios, lo siento por lo de ayer. Me paso la vida criticando esos post que no dicen nada de nada, y voy y caigo yo también. A mi me gustan los post que hablan de algo, que son de alguien. De una vida. Aunque sea la vida más triste y miserable del mundo, hablan de historias reales. Y no esas sobre amor ideal y sueños rotos. Me gustan las historias concretas. Yo que carajo sé del amor.

Lo cierto es que mi vida tampoco está tan mal. No soy todo lo molona y guay que me gustaría. No tengo un arito chulo en la napia, ni un pelazo increíble, ni los ojos perfectamente pintados. Mi ropa es corriente y no de esa ropa de las chicas de las fotos que suelo poner aquí que tanto me gustan. Pero, al fin y al cabo, eso no importa nada.
Mi plan de vida austera va de culo. Todo este proceso empezó el día en que me di cuenta de que el dinero me duraba menos que los cereales de chocolate. Y mira que como cereales de chocolate. Y vale, ir a clase de LSE me suponía viajes en bus, comer fuera, etc...Lo que formaba una vorágine gigante de gasto, pero, en parte, estaba justificado. Repito, en parte. Así que ahora que se ha acabado el curso, me he dicho. "Tía, se acabó". A ver, lo de tía no me lo dije literalmente, pero bueno, me entendéis. Así que me he hecho con una agenda de esas de flores horribles que no sé cómo coño se me pudo regalar cosa tan...Tan. Pero bueno, el caso, es que voy apuntando todo lo que gasto cada día. Así controlo porque si no...Madre mía. También en una libretita, bueno, en la misma realmente , no me quedaban más libretas horteras, apunto lo que gasto de móvil. Porque entre Tom, la familia y los amigos, oye, que se me iba el presupuesto.
De hecho, me paso las mañanas mirando por la ventana y en cuanto viene el cartero: ¡Zas! Para ser la persona que coja el recibo de la factura telefónica. De hecho creo que el pobre trabajador de correos ya me teme.

Otra cosa cara. El carnet de conducir. Perdonad que hable tan malamente hoy, pero es que hay que joderse. Tengo miedo de suspender dos veces el examen sólo por tener que seguir pagándole a tráfico. Pero bueno, de momento, vamos a por la primera. Ya está cerca. Huyamos.

Y ahora te voy a contar la aventura más apasionante del día hoy. Decir 27 veces Curriculum en un mismo día. Y dirás tú, ¡Oh dios!¿Pero cómo? Pues verás, ya que he gastado tanto, que quiero no solo recuperarlo, si no ganar más para el viaje a Madrid, la cámara Reflex y cientos de miles de cosas que se me pueden ocurrir y de hecho se me ocurrirán, pues con eso estoy. Me he hecho un curriculum vitae de esos que se hace la gente, y bueno, a repartirlos como churros. Gracias a la incontable ayuda de mi amiga MT, que por cierto, ha recibido uno de esos temidos mensajes de USC notas, pero con final feliz. Va a ser la jueza más molona del mundo. Corina y Morla también vinieron y participaron en el proceso doblar y entregar.
Bueno lo dejo aquí. Paz y amor!
Ese momento en que la lógica te aburre, las fotografías te inspiran, las conversaciones te enganchan. Cuando un texto te abruma, cuando la emoción te embriaga.
Cuando la felicidad del mundo no te contagia, te deprime,
cuando una canción te anima y una lágrima te relaja.
Ese momento en que te vician las rayas, y no las de coca, si no las de las camisetas de colores. Cuando te das cuenta de que él es tu única droga, y tienes más mono que nunca. Cuando ese día que es más largo que un día sin pan, y cuando te das cuenta de que estás harto de pasar hambre.
Pero sobre todo, cuando.
Ag.
Y yo que coño sé cuando.

19 de julio de 2011

Sí. He vuelto. Quizá con algo de retraso.
Empezaré rebobinando así rápidamente al día en que dejé esta historia. Recuerdo que me iba a un lugar lo suficiente lejano como para desconectar unos días de lo que sea que tuviera que desconectar, pero lo suficientemente cerca como volver en un par de horas de coche. Incluso recuerdo que el último día que supiste de mí fue un miércoles, en concreto el de la semana pasada. Tampoco ha sido tanto tiempo. Me largué de aquí como cada mañana de miércoles desde hace un mes, muy muy temprano y en autobús, pero esta vez con una maleta. Después de clase, comí con Llul y me llevó de excursión a ese super mega centro comercial a nivel europeo. Y sí, era para tanto. Llul es un gran amigo, incluso de esos que te llevan la maleta y corren contigo hasta la estación para que no pierdas el único tren del que dispones en lugar de irse a casa y dejarte con el marrón sola. Lo cierto es que las prisas hicieron que todo fuera extraordinariamente divertido.
Y nada total, que me monto en el tren, y toma 2 horas 45 minutos de los largos. Un libro ancho, y una blackberry casi muerta a la que ni le apetece cantar un poco para entretenerme. Y, por fin, llegué, un año después de la última vez, aproximadamente, aunque sigue tan genial como siempre. Allí estaba Lechu, con su carita de persona aliviada que al fin tiene vacaciones. Qué maravilla. Cómo la echaba de menos. Y un paseo, por llamarle algo, hasta casa, porque yo creo que cuando dura tanto deja de ser un paseo para ser un tramo de senderismo profesional urbano. Pero no importa, porque era solo el principio de todo. Aún quedaban tantas cosas buenas. Te las contaría todas y cada una, pero al margen de que no caben aquí, perdería mucha gracia. Pero así a modo de síntesis diré que me ha servido para recuperar a Lechu, que la había perdido entre apuntes y libros, que hicimos mucho, y hablámos más y sobre todo que nos reíamos incluso más de lo que necesitábamos. Qué gozada. Destino paradisíaco.

Y así saltando temporalmente de domingo a lunes, hoy se han acabado las clases. Las clases de lengua de signos, las clases de lunes y miércoles, las clases en esa ciudad cercana, los viajes en bus, los madrugones, las siestas en los autobuses , pero sobre todo, se ha acabado seguir aprendiendo eso que tanto me gusta,se ha acabado compartir tiempo con esas personas que te vas encontrando en la vida y de las que también aprendes cosas, sean útiles o no. Y salgo de allí, con mi diploma bajo el brazo y sobre todo la satisfacción personal de que he conseguido eso por mis propios méritos, por mi esfuerzo, por mi empeño y mi capricho. Y oye, que me hace sentir tan bien conmigo misma, que lo necesitaba. Sólo por llevar el peso, el gusto de saber que ahora, podré conocer y entender a personas que antes no podría, y que quizá algún día pueda servir de ayuda a alguna de ellas. Ojalá.
Y volví a casa, al coche y a seguir practicando al volante mientras se ajustan las fechas. Y para rematar una hamburguesa en buena compañía. Y ahora, que ya te he puesto al día...Primero te agradezco que hayas leído tooodo este tocho, y segundo, que me voy a dormir, a ver si con suerte me despierto mañana.
Paz y amor!


12 de julio de 2011

"Lo poco que se de la vida, está en los libros que nunca leo. Lo poco que se de la vida, está en las líneas que no escribí.Lo poco que se de la vida, se cuenta tomando un café, se entiende tomando una copa y se olvida tomando dos. Que nadie se me emocione ni albergue falsas esperanzas, porque con lo poco que se de la vida, a duras penas se llena un corazón, por pequeño que sea. Si, sobrino, va por vos.
Empiezo por lo que se con toda seguridad: Se, que te vas a morir una vez. Así que procura no morirte mas veces por el camino. No hay nada peor que esa gente que se va muriendo antes de morirse del todo. Para evitarlo, te regalo un método infalible. Mientras tu vayas decidiendo, todo está bien. El día que dejes de decidir, ese día, cuidado, porque la habrás palmado un poco.Ten siempre mas proyectos que recuerdos, es la única forma que conozco de mantenerse joven. Olvídate de la patraña esa de ser feliz, ya te puedes dar con un canto en los dientes si llegas a ser el único dueño de tus propias expectativas.Que un euro se ahorra, y un polvo se pierde, para siempre.Que hay que dedicarse a algo de lo que jamás te quieras jubilar. Por mucho que te cueste pagar las facturas. Por mucho que en las reuniones de antiguos alumnos te miren mal. Es mejor dedicarse toda una vida a algo que te divierta, pese a no llegar a fin de mes, que pasarte un solo día trabajando únicamente por dinero.Entre lo poco que se de la vida, también te diré que nada de todo esto vale la pena sin alguién que te haga ser incoherente. Ni flores, ni velas, ni luz de luna. Ese es el verdadero romanticismo. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz y que arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo que va.Ojalá ames mucho y muy bueno, incluso a riesgo de ser correspondido. Que te despojen de todo, que hagan jirones de tus ganas y que te veas obligado a remendarlas con el hilo de cualquier otra ilusión. Que desees y seas deseado, que se frustren todas tus esperanzas y que acabes descubriendo que la única forma de recobrar el primer amor, que es el propio, es en brazos ajenos. Dos emociones inútiles asociadas al pasado, arrepentimiento y culpa, y una emoción asociada al futuro, la preocupación. Cuanto antes te desprendas de las tres, antes empezarás a apreciar lo único que tienes.
Que mas? Ah si. Se que al menos un amigo te va a traicionr, otro será traicionado por ti, y que te pongas como te pongas, los que no hayas hecho antes de los 30 , ya jamás pasarán de buenos conocidos.
Cuenta solo con los tres principales, porque a partir de ahí, todo es mentira.
Para terminar , y hablando del tema, dejame que te presente a tu mejor enemigo.Se llama miedo.Quédate con su cara, porque va a estar jodiéndote de ahora en adelante. Miedo al fracaso. Miedo al que dirán. Miedo a perder lo que tienes. Miedo a conseguirlo. Miedo a saber poco de la vida. Miedo a tener razón." - Risto Mejide -

Tenía que enseñarte este texto, porque creo, es realmente extraordinario. Espero que no te deje indiferente, que te haga pensar, reaccionar o simplemente recordar tiempos mejores e idear otros futuros. No me parece que merezca pasar desapercibido.Por mi parte, todo sigue bien, y eso es maravilloso. Mañana me voy a Monforte, un verano más, a visitar a una amiga de las verdad y de las que echo de menos. Intentaré ir contándote cosas, pero no prometo nada, ya sabes que allí las conexiones a internet son difíciles y escasas. Si sobrevivo, el domingo estaré de vuelta en el norte.Paz y amor!
P.D. Felicidades Senia!
Recuerdo el día que descubrí que lo único que conocía de aquella ciudad tan grande, era el Corte Inglés. Demasiado triste incluso para contártelo a tí. Resulta fascinante como puedes no saberte ni un solo nombre de las más de 300 calles existentes, pero conoces a la perfección las plantas de esos malditos grandes almacenes. Y ahora que ya me sé mover un poco por lo que es la ciudad en sí, el mundo exterior, he decidido regresar al sitio en cuestión sólo para verificar que todo seguía en orden, aunque también puede que haya sido para perder media hora muerta antes de subir al bus, o por que el cartel de rebajas posee un poder extraordinario, aunque no lo suficiente cómo para dejarme allí las pesetas.
El caso es que decidí aventurarme en una sección poco frecuentada por los tronistas de mujeres y hombres y viceversa. Ya sabes, libros y demás. Y ya tengo un nuevo objetivo. Pero bueno, todo esto viene, a que mientras me sumergía entre las tan fascinantes estanterías llenas de letras, apareció de la nada una de esas dependientas. No me preguntes de donde carajo salió, porque juro no saberlo, incluso llegaría a creerme que salió de algunos de esos dibujos de libros infantiles, porque te prometo que no estaba allí antes. Siempre he creído que las personas que trabajan en el Corte Inglés no son dependientes normales, tienen algo especial, un algo que les hace ser, bueno, creer ser superiores a los de su raza. Ahí, con sus americanas negras, su plaquita dorada y su muestra de colonia cara. De pequeña me lo creía, ahora que soy adulta, aunque solo sea de carnet, veo que no es más que apariencia.
Bueno, el caso es que da igual de dónde había salido, porque allí estaba, frente a mí. Vigilante. Que me movía a la izquierda, ella también. Que me agachaba un poco, ella también. ¡Pero tía, por Dios! Déjame vivir en paz.

Total que me agobié y huí. Para sanar mi malestar, decidí comprarme un paquete enano de fritos de esos de 25 céntimos, que resulta que trae más fritos que las bolsas gigantes de 1 euro. Hay que ver todo lo que aprendo.
Y subí al autobús como no, gastando mi último viaje del bono. Hay que ver cómo ha volado el hijo puta, con todo lo que me costó, con perdón de la expresión. Y decidí retar a mi Blackberry ya moribunda y sin batería. Enchufé los cascos y puse la música, a ver cuanto tardaba en mandarme a la mierda y dejarme sola en el trayecto, pero no! Resulta que no sólo las dependientas del sitio ese que no pienso repetir (a no ser que me paguen, para hablar de tarifas hablen con MT, gracias) tienen poderes, sino que las Blackberrys también.
Pero bueno, no me enrollo más por hoy, porque ya casi es la una, he madrugado lo suficiente como para estar cansada, así, nos vemos pronto.
Paz y amor!

10 de julio de 2011

Un domingo de resaca es un buen día para descubrir que tu vida puede ser extraordinariamente parecida a la de otra persona que se encuentra en cualquier otra parte. Y quizá eso te haga pensar en que habrá muchas más. Darse cuenta de que por supuesto,
eres único, pero
al igual que todos los demás.
Siempre me ha gustado esa frase. Probablemente porque te recuerda que tu vida es solamente una más de entre un gran montón de ellas, y que ni todo lo bueno ni todo lo malo te ocurre sólo a ti. Por si algún día tienes dudas, aunque en mi caso, es una lección que vengo aprendiendo desde hace un tiempo.
Acabé diciendo hace un par de días que hay algunas de esas noches pensativas y largas que son inevitables, pero igual de inevitable es que terminen. Y después de viernes, sábado, y después de noche, el día. Terminé llamando, y Tom también. Nada había pasado, nada en absoluto por lo que preocuparse, y sin embargo, fíjate que tonta. Pero nadie puede borrar esa sonrisa imbécil símbolo de tranquilidad, aún después de la larga angustia del no saber. Que bonito suena saber que todo va bien, sobre todo después de temer el mal.
Lo cierto es que brindo por este sábado redondo. Digo brindar, pero no es una expresión literal, es como la de patada en el culo, que no tiene porque ser precisamente en el culo. Sé que los domingos no te gusta hablar de alcohol.

Sábado de esos que te levantas en el último segundo de lo que todavía puede considerarse por la mañana, apurando un lavado de cara y convirtiendo el desayuno en comida. Como Jesucristo con el vino. Y MT llegó a casa, para ensayar una nueva rutina agradable de fin de semana. Sofá, películas e ingentes cantidades de comida entre risas. Y después de oír la voz de Tom, al fin, y quedarme mucho más que tranquila, había que hacer otra obra divina, y convertir las noches pensativas en noches eternas. Bajo la luna y con mucha música sonando. Probando gente nueva, sabor a verano, al fin. Muchas gracias por la compañía a Senia, Pato, y el resto...
Y hoy celebrando con calma que aquella noche de Febrero se va quedando lejos pero sigue estando presente, me despido. Porque mañana hay que empezar la otra nueva rutina. La de lunes a viernes, aunque sea flexible como el verano.
Paz y amor.



8 de julio de 2011

A veces sucede. Una noche de las que no se cansan, de las que no se duermen. En las que alguna tonta sobria espera una llamada, en lugar de hacerla ella misma, debatiendo consigo misma entre lo que quiere, lo que debe y lo que se supone que tiene que hacer.
Sucede que a veces, un coche de un color negro azulado pasa a una velocidad mayor de la que debería por una carretera tan estrecha en ese mismo momento. Una puerta se cierra, una canción suena y una hora más pasa.
A veces sucede, que se dan las circunstancias idóneas para pensar mucho en todo, un poco en nada, aún cuando la agenda no estaba avisada de tal evento. Pero igual que las noches oscuras, son inevitables. Hoy he recordado a Híbrido, en lo muy amigos que fuimos, y en lo simplemente amigos que somos, sólo con una foto y las letras de un par de antiguas canciones, de esas que solíamos compartir. He pensado en la tristeza de una amistad que se va desgastando con el tiempo sin que pueda hacer mucho más que evitar que lo haga por completo. Aún así, lo quiero como a muy pocas almas.
Sucede que a veces, una coca cola te abre los ojos, un cigarro te roba la tarde, y ni si quiera soy yo quien lo fumo. Pero sobre todo, un móvil te roba el sueño. Ojalá por su sonido estridente, pero no. Por el silencio. Por la pantalla vacía.
Un paquete de clinex para curar uno de esos catarros ligeros que te acosan un miércoles temprano, o quizá está aquí desde antes. Quien sabe.
Unas charlas tecleadas, como todo últimamente. Todo tan frío, tan mudo. Sin voz.
Alguien habla de amistades vacías, de confianzas invisibles. De apariencias falsas. Alguien verdadero y dolido por la razón que nos da el tiempo. Kiuk. Nunca le falta razón.
A veces sucede, que el tiempo sigue pasando. Y esa tonta sobria sigue esperando sentada que algo vaya a pasar. Pobre. Todavía no sabe que no hay nada peor que esperar algo. Mírala, como mira con esos ojos lluviosos. Deseosa de llorar. Preferentemente alcohol para poder dar un trago a algo más que a sus pensamientos.
Sucede que a veces, las canciones terminan. (...) Aplausos del público.

Pero luego recordé, que la ausencia no se vive, se sobrevive,
se sobrelleva. Y que nadie mejor que yo para hacer esa llamada. Esperar es jodidamente aburrido...

5 de julio de 2011

Pum. Golpe contra la ventana del autobús.
Por triste que suene, se ha convertido en mi nuevo despertador. Cómo cambian las cosas,
de pequeña solía marearme con tan sólo montar en un vehículo como ese, con su olor a bús, y esos asientos tan...de bús, y ahora mírame, con solo sentar el culo se me cierran los ojos cual bebé en su cuna. Mi despertar no es precisamente adorable, ni mucho menos romántico, y no sólo porque obviamente no voy con Tom, si no porque al levantarme de allí, mi yo dócil muere y se convierte en un yo malhumorado y horrible. A veces, incluso pienso en no decir "Adiós" al conductor, cómo acto de máxima rebeldía...Pero no, es excesivo,
por favor.
Pero la mañana evoluciona favorablemente. El Sol luce desde horas tempranas, justo hoy que me he puesto 3 capas de cebolla. Pero no importa. Hoy estreno mi nuevo chaqueta re-bajada de color rojo intenso. Nada puede contra eso. Y después de comer, hay que perder el tiempo. Hoy solo la soledad me acompaña, Llul no ha podido venir y Póla estudia de forma intensa. Pero no importa, porque he encontrado algo fascinante. Increíblemente maravilloso, incluso demasiado para haber sido creado por el hombre. Imagínate un banco gigante, y no, no hablo de dinero, hablo de asiento. ¿Sabes cuando Alicia, la del páis este extraño, se volvía enana y todo le quedaba enorme? Se sentaba en un banco como ese, tengo la imagen guardada, y aunque lo he intentado, San Google no la encuentra. Pero te haces una idea. Pues así, pero en vez de ella, yo, un helado y un libro. Qué descanso.
Pero después de dormir mientras otros trabajan, me toca conducir a mí.
Otro helado y unas cuantas pipas con dos amigas. Palabrería que llena esa plaza rectangular y tan roja.
Mi madre llama, es hora de irse. Mierda, lo había olvidado, mi padre está en Madrid. Improvisaremos una cena rápida. Y luego sofá. Pf. Con lo guay que quedaría aquí mi banco...
Paz y amor.