31 de enero de 2012

"Solicito permiso, señoría, para equivocarme con total conocimiento de causa. Alevosía si cabe, lo confieso todo, eso sí, no aceptaré más acusaciones que no sean certeras. He venido sin paraguas, no es que me lo haya olvidado, esta vez no me importa mojarme. Quede claro que no tengo cómplice alguno, si los errores son sólo míos, las decisiones también.
Perdone mi tono, quizá resulte agresivo y no quiero ofender a terceros, en realidad, yo no soy así.
Brindo por la bondad de las personas, pero sobre todo, por la capacidad de decir basta.
Se me olvidó si lo que tengo es bondad, maldad o ganas de dar por el culo. Pero en esto, soy totalmente inocente."




8 de enero de 2012

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No me gusta el café. Te lo digo muchas veces, pero es que me gusta recalcar las pequeñas cosas, supongo, que porque son las que siempre nos quedan guardadas en algún lugar de la mente. Por supuesto, y como casi todo el mundo, odio las despedidas, aunque siempre guardan esa parte tan preciosa que termina siendo incompresible. Como cuando un dolor muy grande acaba teniendo un punto placentero. En todo hay un punto inexplicable, porque no creo que exista precisamente para que alguien se pare a pensar en ello.
No sé porque estoy nostálgica, a veces se me olvida que es sábado noche. Deduzco, que mañana es domingo de vuelta a casa. Es lo que siempre pasa. Me acostumbro a ellas, a dejar que se apague el día, que pasen las horas, dejar a Lechu en casa y volver a la mía. Conduciendo entre luces y luces de una navidad que se ha ido tan rápido que ni si quiera puedo decir que ya sea un recuerdo.
Quizá es que haya cenado demasiado esta noche, todos sabemos que las hamburguesas las carga el diablo. Pero es imposible que una hamburguesa ponga triste a alguien. Demasiado blanditas como para ser tristes.
El tiempo se consume, como los cigarros. Pero el tiempo se consume incluso para los que no lo fumamos. Un día te ves hablando de que han pasado ya varios años. Año es una palabra que no uso mucho, al menos no como tiempo pasado, no como "hace ya algunos años...". El día que hablas en años, dejas de querer contarlos. Te asustas y dices, en qué momento he pasado de contar las horas para dar estos pasos de gigante. Tampoco me gustan los gigantes, me llevan al color verde, y eso a las verduras que mi abuela pone en el caldo. No sé porqué siempre le hago el feo de dejarlas apartadas en el plato, deben estar ofendidas.
Sentirte tirado es una gran mierda. Abandonado, por lo que sea o por quien sea. Nadie debería tener que sufrir eso. La soledad es un miedo que me acecha algunas noches cuando no queda nadie que hable conmigo y ya solo queda pensar. Apostaría a que tú también piensas mucho. De hecho solamente la palabra miedo me da miedo, de hecho, creo que hasta la palabra tiempo me da miedo. Si todo diese tanto dinero como miedo, se nos acabarían muchos problemas a todos.
Pero el dinero tampoco es la felicidad, o eso dicen. Seguro que lo dicen los ricos. A los pobres no queda pensar que la salud no se compra, y mucho menos la alegría. Porque la alegría sí da la felicidad, de hecho siempre son conceptos que van de la mano, al menos en mi cabeza. Pero soy de las que cree que la alegría, si no viene sola, hay que buscarla, hasta debajo de las piedras. Llamarla, que aunque se retrasa, llegará. Siempre llega, y si no llega, nos la inventamos.

Definitivamente no ha sido la hamburguesa. Supongo que solamente he sido yo, que no me canso de estar conmigo. Solo pido un poco de alegría, espero que no parezca demasiado, aunque valga más que el dinero, es mucho más barata.
Paz y amor.



6 de enero de 2012

No sé que manía les ha entrado a todos con lo de estar de cumpleaños ahora, que ni son fechas ni son nada. Igual tiene algo que ver con que todos vuestros padres se dijeran en primavera que se quería mucho y se besaban muy muy intensamente...Pero esas cosas es mejor no pensarlas. Nunca.
Será que hoy ha sido día de reyes, y no porque nos haya tocado en la lotería el presupuesto de Zarzuela. (ZAS)
Ojalá creyera en los reyes magos, de esto que no te puedes dormir porque no paras de pensar que van a entrar en tu puta casa y ni si quiera puedes verlos. Y piensas joder, y aun encima me traen regalos. Luego ya descubres que es todo mentira y que los reyes son los padres. Y lo peor no es eso, lo peor es cuando tú mismo acabas siendo los Reyes Magos, y te gastas el dinero en pequeñas cosas. ADV.

En realidad no quiero ponerme irónica, hoy es un día de inocencia, o al menos debemos intentarlo. Y ya que hablo de que todo el mundo está de cumpleaños, pues lo digo por algo. No quiero olvidarme de Sani, quiero que quede por aquí su nombre porque hoy ha sido su día, y está bien hablar de la gente en su día especial, que total, es una vez al año y nada más. Lo cierto es que no quiero decirle nada en concreto, porque creo que ayer tuvimos una de las conversaciones más maduras que hemos tenido nunca, y mira que las hemos tenido serias de verdad. No sé. Supongo que hacía mucho tiempo que no echaba la vista atrás, y menos con otra persona. Pensar en un tiempo no tan lejano que ya no va a volver nunca, ponernos tristes al pensarlo, pero vivir con la tranquilidad de que nuestra amistad es resultado de todo aquello que hoy ya es pasado, pero que se mantiene. Sabemos que esto es hacerse mayores, pero nadie dijo que fuera agradable. A veces nos preocupamos tanto de pensar en nuestros problemas presentes, que no dedicamos cinco minutos a mirar un poco hacia atrás. Sani, es el momento de demostrar los veinte años que cumples, de demostrarte a tí que eres más madura de lo que crees. Aquí me tienes, para ir como siempre, al mismo ritmo, y a vivir lo mismo de manera diferente. Espero que no dejemos nunca de tenernos la una a la otra, eres muy importante y sobre todo, una gran persona, te lo prometo. Tú hazme caso a mí.

Y este día que empieza ya, es el día de Tom. Supongo que un mensaje se queda corto para felicitarle, pero es de esos momentos en que no estamos juntos, porque la distancia es la tercera en discordia. Sin embargo, creo que me hecho notar con algún detalle, que espero, sepa sanar por nosotros este error del espacio-tiempo que no nos deja celebrarlo con un beso a las doce en punto. Me alegro de felicitarle siendo algo más de lo que era hace un año, porque Tom es ahora mismo de esos pilares que una persona necesita para sostener su vida. Quiero que lo disfrute, y sobre todo que lo haga conmigo. Todo el tiempo que podamos.





4 de enero de 2012

Lechu, Lechu...

Después de empezar el año, quiero empezar por ella. Si me lo permites hoy, es su día especial.
Habrás notado que,a parte de mí, por supuesto, esto lo forman muchas personas. Con esto, me refiero a mi vida, pero también a estas letras que rellenan los espacios que te dedico en mis mejores y en mis peores momentos.
Para hacer resumen, ya que estamos comenzando, hace un tiempo, cuando llega el punto en que la edad te obliga empezar a vivir por tí mismo, decidí hacerlo, como casi todos, algo alejada de casa. Quizá me alejé un poco más de lo que teníamos planeado, pero no me canso de repetir aquí día a día que fue la mayor y la mejor decisión de todos mis tiempos.
Cuando empiezas en un sitio nuevo, hay que tener claro que hay que seguir en el viejo, o en el más maduro, no quiero que nadie se ofenda. Aquí se quedaban años, recuerdos y personas. Al principio es fácil, subes y bajas a menudo, de norte a sur en a penas nada. Pero el tiempo pasa, y las situaciones nos obligan a adaptarnos a ellas, y el ritmo se desacelera. Gracias a yo que sé, hay mil instrumentos que uso día a día para comunicarme con quien no veo, e intentamos desde todas las unidades que todo parezca lo más cercano que nos dé la mente a imaginar. Y yo creo que casi casi lo conseguimos.
Es ese casi el que nos marca y nos marcará siempre. Por supuesto, ningún instrumento puede traerme a casa cada día, de hecho, ni si quiera cada semana o cada dos. Porque somos exclavos de nuestras obligaciones y sobre todo de nuestras posibilidades. A pesar de eso, y como ya te decía, el esfuerzo es ingente para que todo siga fluyendo. Y lo hace, vaya si lo hace.

Pero no quiero hablar de lo bien que nos arreglamos. Hoy es su día y quiero hablarle de las noches que me gustaría estar con ella, y con las demás, pero hoy en especial, con ella. Las noches en que mientras mi compañera duerme, entro con la tímida luz de mi móvil en la habitación y lo último que alumbro mientras me acuesto es vuestra foto. Y la lucecita se apaga del todo y ese es mi último recuerdo del día. También quiero hablarle de las tardes en que llego cansada de trabajar, empapada de lluvia hasta mi coleta pelirroja, y me tiro en la cama. Y cojo el marco y lo tiro conmigo sobre ella. Y allí estamos, vosotras, y yo, cansadas. De los momentos en que quiero explotar y no puedo, y sólo me sale llorar sola y quedarme con el silencio y con mis pensamientos, y digo, ojalá estuvieran aquí. Pero no podeis estar. De los sábados en que la llamo a ella porque necesito que me cuente, en líneas generales, que le va bien, muy bien. Y contestarle lo mismo, porque así vivimos tranquilas. Y sobre todo, de los pocos fines de semana que vengo, y te abrazo y siento que nos echamos de menos. Eso es de las mejores cosas que he sentido nunca, en serio.
Te diré algo, y es que si puedo sentirme así es gracias a que otras muchas veces pienso, que tu también me echas de menos. Y si puedo sentirme así es por los días que pasamos aquí, aunque tenga que ser con visitas de dos horas, encerradas en un sitio, o un paseo en coche, o, ¿y qué? Gracias. Gracias por estar, por seguir. Y tienes veinte años, los mismos que dedos en tu cuerpo. No me canso de decirlo porque los dedos son geniales, sobre todo los de los pies, son muy graciosos, joder! Quiero seguir y seguir, Lechu. Sólo espero que tú también quieras porque si no esto perdería todo el sentido. Y no estamos en tiempos de perder nada.
Muchas felicidades, amiga. Te quiero tanto que no me cabe en esta entrada.