22 de febrero de 2011

So?


Si algo de todo esto tuviera algo de coherencia, entonces, empezaría por el principio. Pero dado que nada tiene ni pies ni cabeza desde hace algo de tiempo, podemos hacer lo que nos de la gana.
Afirmo rotundamente que estos meses son la locura más increíble y perfecta que haya vivido hasta ahora. Me llena de orgullo y satisfacción decir que le recomendaría esta aventura tan especial a cualquier persona, y asiento firmemente cuando me preguntas si soy feliz aquí.
Esto creo que lo he venido dejando claro a lo largo del tiempo que ha transcurrido hasta hoy, he contado momentos, situaciones, he hablado de unas personas, de otras, que de una manera u otra han hecho que esto sea lo que es.
Podría decir, y de hecho, digo, que aquí todo se magnifica. El tiempo corre más rápido y de una forma más intensa a este lado del mapa. Y esta nueva vida que es tan rápida y a la vez tan corta, evoluciona de la misma forma que la vieja, y por eso en ella hay y debe haber cambios. Como siempre, y para no romper costumbres, los cambios pueden ser buenos, pero también pueden ser malos.
Es entonces cuando todo evoluciona no sé si mejor o peor, pero de una manera distinta. Nos damos cuenta de que nos hemos pasado la mayor parte del tiempo creyendo conocer a una persona, hasta el día en que la conocemos. Al hacerlo, corremos uno de los riesgos más complejos del mundo, que nos decepcionen, que no sean tan maravillosos como esperábamos. Es de esas cosas tristes que nos pasan a las personas, que esperamos cosas unas de las otras. Y dado el momento, pensé, que estas cosas pasan, que no se les da importancia y que la convivencia supone también ciertos puntos negativos. Pero de repente, para la sorpresa de todo el mundo, y en especial para la mía propia, resulta que no sólo te ha decepcionado, si no que de un día para otro, no te necesita. Y eso señores, eso sí que es triste.
Por supuesto, como buena tonta que soy, echo de menos a Llull, a pesar de todo. En realidad, hoy día estoy consiguiendo superarlo. Hay un día en que dices, se acabó. Yo no voy a perseguir a nadie que no quiera estar conmigo, eso lo tengo claro. Yo estoy para quien esté y necesitaré solo a quien me necesite.
Sé que queda de puta madre decir esto, y me lo digo mil veces, pero la teoría y la práctica son términos distintos.
Pero al margen de todo, el tiempo cura heridas y hace que las cosas se normalicen. Sigo esperando a que pronto Llull caiga en la cuenta de todos los errores que está cometiendo.
Ah no, se me olvidaba,
que yo ya no espero nada de nadie...
.i.

21 de febrero de 2011


Entonces abres los ojos, te desenredas lentamente de las sábanas y dices: Es hoy.
El ruidoso silencio que llena esta habitación tan fría una mañana de Febrero retumba fuertemente en tus oídos. Hay algo extraño. De esas sensaciones que te abruman aún sin saber que existen.
Y es que con la edad aprendes que la suerte no existe, que la suerte se la hace uno mismo. Pero hoy, hoy es la excepción.
Ha pasado, eso que siempre pasa. El tiempo.
Y, enhorabuena, has aprendido a dejar de contarlo.

15 de febrero de 2011

FUCK.


Llega un momento en el que exploto, y lo peor es que mi personalidad feble no me deja usar otro medio distinto de esto para manifestarlo. En realidad, no sé ni por dónde empezar.

No sabes lo triste que es no tener voz, no tener ni tan solo una opinión propia como el resto del mundo. Y tienes razón, solo se callarme. Supongo que será cobarde, pero no voy a hablar cuando no sé que decir porque ni siquiera sé que pensar.

Empezando por el principio, diré que ultimamente, los hechos se precipitan demasiado rápido a mi al rededor, porque eso es lo peor, considero que en ninguna o en casi ninguna de las ocasiones, la tormenta me afecta a mi personalmente. Y no sé cómo, pero siempre acabo empapada.
Me fascinan las personas, estar con ellas, aprender de ellas, escucharlas y cuando no me gustan, saber ignorarlas con mucho disimulo. Me pregunto desde hace un tiempo, probablemente desde hace pocos días, en que momento decidí no ser un poco más egoísta y saber decidir por mí misma lo que tengo que hacer...Pero no hubo manera, y ahora que me doy cuenta, es demasiado tarde. Deberías verme, las horas que comparto con algunas personas me las paso pendiente de lo que pensarán de mí las otras, y cuando estoy con estas últimas, me preocupo de las primeras. Así un día, otro, otro...Controlando todo lo que puedo, que es, créeme, bien poco. Y quizá es ese el problema, quiero abarcar mucho más de lo que puedo. Y supongo que soy feliz, que coño, lo afirmo, soy feliz, mucho. Pero ahora que recapacito, me digo que seré feliz, pero tonta, también, y un rato largo.

Pero al fin llega un día, como hoy, en que decido desahogarme, ya sea a raíz de un partido de fútbol, de una discusión o de una canción que te hace pensar.
Por hoy se acabó, y mañana,
a empezar de cero.

9 de febrero de 2011

Son las dos. Podrían ser las seis de la tarde. Las once de la noche. Pero no, son las dos de la mañana. Probablemente es tarde para seguir despierta un lunes,
bueno, en realidad, un martes.
Es que no podía dormir, y esta es mi debilidad. La ventana. Como era de esperar, la calle está vacía. No hay pasos, no hay prisas. Es toda para mí. El edificio marrón parece más grande que antes, y sus balcones son inmensos desde esta perspectiva. Esos dos farolillos alternan sus luces aproximadamente cada dos minutos y medio.
Si fumara, supongo que sería un buen momento para encender un cigarro. Pero no lo hago.
Sólo hay una estrella. Es mía.
Dejándome llevar por las viejas costumbres, he decidido pensar. Pensar en solitario, como hace mucho que no hago.
Pienso en mi vida, en dónde estoy. Es increíble pero miro desde aquí y ya me siento en casa. Todo esto me suena. Paisaje diario. Pienso en mi familia, les echo de menos aunque de una manera extraña y aunque me resista como una idiota a demostrárselo. Pienso en mis amigos, en mis amigas. En los de aquí y en los de allá. No hay nada que odie más que decepcionarles,
me pone triste. Me hace sentir estúpida. Personas hay muchas, pero que lleguen a importarte de verdad es muy difícil. Siento unas ganas inmensas de hablar con uno de los que más necesito aquí, y demostrarle que lo hago tanto como siempre, pero mucho más que nunca.
Pienso en ellas. En que las que echo de menos, en las ganas de verlas a todas. Pienso en lo que va a pasar aquí, en mis decisiones, en mis errores y en mis aciertos.
Pienso en que a pesar de las pequeñas cosas, de los defectos de los demás y de los míos propios, soy muy feliz, y eso es lo que importa.
Ahora, cierro la ventana...

8 de febrero de 2011

Felicidades



Creo que ya la conoces, pero hoy es un buen día para que te hable de ella.
Hoy cumple 19 años, que ya son años. Quizá sea una de las personas más especiales que he conocido nunca,
una de esas con las que conectas de verdad y que solo con mirarte a la cara sabe lo que necesitas. Siempre la he visto como una persona muy madura.
Tenemos mucho en común, tanto que a veces asusta, y por más que pasa el tiempo, no me canso de aprender de ella. De hacer que cuente conmigo y de poder contar siempre con su apoyo.
Hoy es su día, y por primera vez desde que estamos juntas en esto de vivir, no puedo estar con ella, ni cantarle feliz cumpleaños cuando entre en clase. Es triste, pero por eso precisamente, he pensado que hablar de ella serviría de mucho un día como hoy.
Así que te pido que le digas de mi parte que la quiero mucho, que le agradezco que me entienda como nadie, que se ponga siempre en mi lugar. Que me ayude, que se preocupe y que me haga espabilar. Que le des las gracias por estar ahí siempre, por los viajes en coche y por las charlas en él, por tener siempre la palabra exacta y por escuchar todas las mías.
Muchas felicidades Kiuk.

4 de febrero de 2011

He venido hasta aquí para pedirte que me invites a la última copa para terminar una noche tan larga como esta. Interesante aventura en el centro de la pista, bajo estas luces que no dejan de parpadear y cambiar de color. Constantemente. Azul, verde, rojo...Me encanta.
¿Sabes? Te besaría en los labios ahora mismo. Pero no lo pienso hacer. No, esta noche no.
Un beso no siempre es necesario para sellar un historia, una historia que empezó sin empezar y que el mundo ha dejado de controlar.
Esta noche estoy perdida. La música está hoy más alta que ninguna otra,
tanto como esa estrella que está justo sobre tu cabeza. Ella también me encanta...
Y tú, tú tampoco estás nada mal...