
Me esperabas impaciente. Llegué algo tarde. Me habias visto desde lejos, y miraste al suelo nervioso. Nos dimos un tierno abrazo al vernos.
Comenzamos un largo paseo, que duraría toda la tarde. Tu hablabas de cosas sin importancia, intentando hacerme reír, y lo conseguías con cada frase.
Me agarraste la mano, y el tiempo iba más rapido que nosotros, con nuestro lentos pasos.
Un beso impuso el silencio, y le siguió una sonrisa complice.
Un extraño ruido rompió el momento, era mi despertador.
Se acababa mi sueño.