25 de diciembre de 2010


Ayer fue navidad.
Se supone que es el día para abrir todos los regalos que tus padres han puesto debajo del árbol usando el seudónimo de Papa Noel, para comer mazapanes, polvorones y turrón de chocolate de 10 cm de grosor y todo eso que jamás comerías el resto del año, pero que como es navidad...
Bien, pues yo estuve metida en cama, con una cara que era un poema y con un pañuelo en la mano que debía ser renovado cada 4 minutos y medio. Gran sábado noche.

En realidad, nunca he tenido del todo claro si me gustan las navidades desde aquellas que decidieron llevarse a mi abuela. No voy a negar que me gustan las luces de colores, los árboles y por supuesto los regalos, pero las comidas familiares terminan casi siempre siendo un peñazo.
Desde hace algún tiempo, las fiestas son siempre igual, una noche aquí, y la siguiente allá, y siempre conectados al ordenador para poder ver a esa parte de la familia que no puede venir a España dos veces al año. Esa es la parte que me pone más triste. No me gusta. Siempre tengo el miedo de que piensen que no les echo de menos y que por eso no quiero hablar con ellos, pero en realidad, es todo lo contrario. No sé. Hablar con ellos así, me recuerda que no están aquí y eso es algo que odio, y sobre todo en estas fechas dónde estamos todos juntos en casa. Es algo a lo que no acabo de acostumbrarme.

Pero por otro lado, me ayuda a ver cómo se echa de menos cuando no eres tú la que se va. Pienso en que yo también me he ido, he empezado mi vida nueva, y aunque claro que tengo morriña, no noto ese vacío en casa que supongo que si notarán aquí. Pero mi madre y yo somos igual de cabezonas, y nunca nos diremos que nos echamos de menos. Por suerte, lo demostramos de otras maneras.

Por otro lado, con toda esto de ponerme enferma, casi no las he visto a ellas. He salido una tarde, y para colmo me coge más el frío. Estoy deseando que llegue fin de año para pasar la noche entera con ellas, demostrarles que las echo mucho de menos y que siguen siendo lo más importante, por mucho que hayan cambiado las cosas. Aunque sé que eso ya lo saben.
Y ahora que estoy en Ferrol, echo de menos a los de allá, y cuando estoy allá, no dejo de pensar en los de aquí. Os juro que esta es la parte que odio. Espero que estén pasando todos unas fiestas agradables.

Y aquí lo dejo, suficiente actividad mental para un solo día.
Paz y amor!


4 comentarios:

  1. No se como, pero siempre haces que me emocione con cada una de tus entradas.

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  2. Que mala suerte lo de tu gripe en serio.. pero bueno, a recuperarse del todo y luego a disfrutar lo que queda de vacaciones.
    Y me encanta el resto de la entrada :)
    tequiero

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  3. Vaya con ese resfriado… pero mujer! Estás nadando en un mar de “no soy de aquí ni soy de allá”, en el medio de todo y sintiendo por todo… buscando tu verdadero sitio, que es un poco aquí y otro poco allí porque siempre es así: dejando pedacitos por donde vamos pasando y viviendo.
    Espero que ya te hayas recuperado que el finde ya está al caer.
    Biquiños,

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