3 de septiembre de 2011

Perdiendo el norte.

Me gustaría escribirte hoy algo bonito. Quizá porque hoy es uno de esos días en que la lucecita de alarma se enciende y se activa automáticamente un cartel luminoso en la espalda en el que se lee casi a la perfección, "necesita desahogarse".
Hoy me levanté soñando que no era hoy. Pero resultó que sí lo era.
Bueno, hagamos una pausa. En realidad, hoy, voy a hacer una excepción. Me gustaría, si me permites, empezar por el final. Hoy, estoy harta de principios.
Hacía tiempo que no iba a aquella casa, la que un día fue mi casa. Al menos, de esa manera. Los cambios se notan siempre de repente. Allí, en aquel salón tan cariñoso, había un sofá demasiado cómodo. Mi abuela y yo jugábamos siempre a vacilar a mi abuelo, diciéndole que ella quería mas al sofá que a él. Pero mi abuela un día se fue, o se la llevaron, cada uno debe verlo como quiera. Y hoy, ella no estaba, y el sofá, tampoco. Ahora había allí una butaca. Sola. Igual que se quedó mi abuelo.
Fui habitación por habitación, cajón por cajón, buscando algo que me hiciera sentir pequeña. No quería saber nada de móviles, de pérdidas de inocencia, de responsabilidad alguna. Y lo encontré. Encontré, a parte de ese olor a siempre, carpetas y cajas. Y lo más importante, un montón de fotografías que ni si quiera recordaba. Pero si alguna debía ser destacada, era esa foto. Con mi padre en la playa. Un padre de a penas de 30 años, y yo, que ni quiera tenía años. Ese padre, con el que desde hacía un par de horas, ni si quiera me miraba a la cara, hoy. Las ganas de llorar llegaron más tarde, con una canción bonita que decía que every teardrop is a waterfall.
Pero como hoy vamos hacia atrás. Ahora me sitúo en el asiento de atrás de mi coche. Explicando a mis padres cómo va a ser el día de mañana. Último día de norte, antes de empezar el sur. Lo tenía todo tan pensado, que mi padre decidió que era demasiado. Y que él tenía pensado algo mejor. Nada. Entre gritos que salieron de no se muy bien dónde, canceló más de la mitad de mis planes. Y mi norte se rompió en pedazos, hoy.
Si fuera todavía más atrás, pero bastante más. Sabrías que todavía no me apetece abandonar el norte, que no quiero que se acabe este verano aún. Un verano que ha sido largo, pero que hoy, se me escapa.

Pero hoy es hoy, y ahora. E ir hacia atrás no sirve de nada. El norte se acaba de forma continuada, pero seguirá dónde siempre, aunque sea de forma intermitente. Y el sur, ese sur que hoy, se hace perezoso, será de nuevo, mi día a día. Se acabó el verano, pero llega el invierno. Se acabó contar los días sin Tom. Se acabó pensar en soledad. Se acabó.
Espero que el sur siga siendo igual que en mis recuerdos y que todo vaya todavía mejor.
Nos vemos muy pronto, cuánto antes.
Paz y amor.



5 comentarios:

  1. Claro que se hace perezoso carinho! Y dá mucha pena en el momento que lo ves tan cerca, pero... todo volverá a ser como hace unos meses (o eso espero) y como tú dices, vivir en el sur se convertirá en nuestro día a día! Son etapas que hay que pasar, y que nos nos queda más remedio que aceptar y llevar de la mejor forma posible!
    Espero, ya mañana, ayudarte a que sea un poquito mejor! Lov u ;)

    (L)

    ResponderEliminar
  2. Qué rápido ha pasado el verano verdad? Disfruta mucho del Sur, para echar mucho de menos a todos los del Norte :)
    Te quiero

    ResponderEliminar
  3. No tengo ninguna duda. Va a ser mejor.

    biquiños,
    Aldabra

    ResponderEliminar
  4. Hola guapa, te sigo me sigues?

    http://mispensamientos-julia.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  5. me encantó tu blog, te sigo, si quieres pasá por el mío: http://nillantoniglorianiprincipeazul.blogspot.com/

    ResponderEliminar