3 de diciembre de 2011


Me exijo a mi misma para que tú leas, sólo, lo que yo mejor te escriba. Por eso, que esté empezando a escribir esto no significa nada. Porque llevo muchos días, o mejor, muchas noches, empezando a escribir, pero por unas razones o por otras, no he terminado de hacerlo. O sí, pero no de la manera que esperaba. Por eso no he dejado que lo leyeras.
Dicen que los buenos artistas han hecho sus grandes obras en los momentos en que más sufrían. Por eso, debo decir que lo que pueda salir de aquí ahora mismo, será una grandísima mierda. Y eso me alegra. Significa que es un buen momento. Lo lamento por la gran obra que podría salir de mí, pero prefiero felicidad. Espero que lo entiendas.
Cuando las cosas van mal es fácil empezar a criticarlo todo. A destrozarlo con palabras, con lágrimas, o con lo que cada uno buenamente pueda. Hablo de estas dos porque son las que mejor conozco, y debo decir, que en algún momento he creído que las manejaba a la perfección. Me equivocaba. Cuando lloras sin querer llorar, las lágrimas te controlan a tí. Te cogen y te estrujan hasta que te dejan sin fuerzas. Seco como un desierto africano. Las palabras, por su parte, pueden hacerte decir barbaridades. Y te harán, muy probablemente, arrepentirte de lo que significan.
Cuando las cosas van bien, tengo esa manía de hablar de cuando han estado mal, supongo que porque en el fondo, tampoco soy egoísta. Y si algo te enseña el tiempo, es que un día estás arriba y otro abajo, por eso, hay que pensar y hablar un poco de todo.

En cuanto a mí, aquí estoy, de vuelta en casa. He dejado el sur después de un mes disfrutando de su clima, que ya ha dejado de ser tropical. Recuerdo cuando el Sur estaba en mi vida en dosis más pequeñas, aquellas, que no pesaban más de semanas. Pero eso se acabó, y el sur está en mi vida como prácticamente todo mi presente. Esto se debe a que he considerado a que soy lo suficientemente madura como para tener un trabajo, aunque sea muy breve, para conseguir una remuneración, que no nos engañemos, viene muy bien para los gastos sureños del día a día. Pero esa parte, me impide volver al norte, con la familia y los amigos de siempre.
Hay noches en que digo, joder, tengo ganas de verles a todos. Y eso es maravilloso. Echar de menos es de las cosas más bonitas que existen. Pero no todo es siempre bonito, hay otras veces en que el no ver a alguien frecuentemente hace que sea difícil mantener el contacto, pero en eso trabajamos. Y yo creo que siempre bien.
En cuanto a Tom, sólo puedo agradecerle esta semana, que por desgracia, ya se ha terminado. Le quiero, nos quiero. Sobre todo cuando me pongo triste porque no nos vayamos a ver en unos días. Es ahí cuando sé que le necesito. Quizá ha sido que esta semana me ha dado los besos que llevaba necesitando varios días. Abrazos o pequeños detalles que estaba pidiendo a gritos, pero sin decir ni una palabra.
Hay muchas cosas que me voy dando cuenta que debo cambiar de mí. Pero es demasiado pronto para hablar de todas. Empieza un puente largo y espero que muy bueno.
Paz y amor.





3 comentarios:

  1. Está bueno escribir. Es perfecto para desahogarse. A veces yo no escribo eso que debería desahogarme. Pero cuando lo hago, lo puedo volver a leer y ver qué es lo que hay que cambiar para que esto no vuelva a ocurrir.

    Dicen que un viaje de mil kilómetros empieza con el primer paso. Lo que quiero decir es que cambiar lo que no nos gusta es posible, pero es obvio que no se va a lograr de un día para el otro.

    Saludos (:

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  2. Pasa un buen puente! espero tener más tiempo para verte cuando vuelvas. Echar de menos será muy bonito, pero ya sabes que yo soy muy rara ;) hahahahahaha lof yu pastanaga!

    (L)

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  3. es muy importante que hagas autocrítica y que intentes cambiar lo que no te gusta de ti o de tu alrededor (si no puedes cambiarlo, dejarlo a un lado).

    no es fácil pero se puede.

    y eso de que hace falta estar mal para hacer una gran obra, es mentira, créeme.

    biquiños,
    Aldabra

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