23 de junio de 2010


Odio los vestidos demasiado cortos porque me hacen sentir...insegura. El viento es un ser muy cruel que no me inspira confianza. Pero, ese vestido era perfecto y me lo puse para tí. El sol me lo pedía y tus ojos lo agradecieron. Tenía tantas ganas de ver cuánto habías cambiado que me olvidé de revisar si el pelo iba bien colocado y si las sandalias iban bien atadas. El campo estaba lo sucientemente verde como para que fuéramos directos a sentarnos sobre él.
Cómo el Sol y la luna intercambiaron sus papeles, eso no lo sé, pero cuando quise darme cuenta era demasiado tarde. Sabía que debería irme, y tú deberías haberme dejado marchar, pero no lo hiciste. Dijiste algo cómo que no había nada mejor que ver salir el Sol de nuevo por la mañana desde aquel sitio. Y tenías razón.
De todas las tonterías que allí se dijeron, yo dije la más grande. Dije "te quiero".
Y justo en ese momento, amaneció. Y me desperté en mi cama, sola.

Que raro que de nuevo me pase esto, con lo que yo odio soñar, y sobre todo contigo.

2 comentarios:

  1. oiis andre! que melancolica-romantica :)
    Preciosa.

    PD(horterada a la vista): algun dia te despertaras y veras que no es un sueño(:

    te quiero(L)

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