20 de febrero de 2010

En las nubes.



Era blanca. Ese blanco puro, como el de las sonrisas de anuncio de pasta de dientes.
Blanda y esponjosa. Como no lo era mi peluche favorito en las frías noches de enero.
Suave. Mucho más que el pelo de un cachorro, que el culito de un bebé y que las toallas recién planchadas.



Elegí la más bonita. La más redonda entre todas ellas.

Llegamos allí volando. Surcando un cielo, nunca antes tan azul.

Creí dormirme en su aroma. Un olor inexplicable con palabras. Un olor que nunca antes nadie había conocido. Nadie, solo tu y yo.
Era como ese agua de colonia tan fresca.
Respiré profundo y me tapé la nariz. Guardé ese aroma bien dentro de mí, por eso sé que sigue aquí conmigo.

Nos tumbamos sobre ella.
Era un algodón, un algodón de azúcar. Muy dulce.
Nada me sujetaba, me sentí libre.

Probé a saltar muy alto. No paraba de sonreir mientras mi pelo subía y bajaba, movido por la brisa.








De un salto caí de nuevo en mi cama. Con esa sonrisa soñadora, esperando a que amanezca.
He viajado en mi nube sobre mundos de fantasía. Tu ibas a mi lado, pero yo no te conocía.

3 comentarios:

  1. Preciosa :)

    me encantan tus entradas poéticas. Bueno todas en general jaja pero estas sobretodo.
    tequiero chuli!

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  2. los sueños siempre son muy interesantes.
    bicos,

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