2 de enero de 2011



Probablemente esta entrada debería haberlo hecho ayer. Pero no hubiera salido bien. Lo cierto es que esta costumbre nuestra de celebrar por todo lo alto la despedida del año, nos hace empezar de una manera fatídica el siguiente. Y lo sabemos.Pero no podemos evitarlo, ni tampoco queremos.
La noche de fin de año, es especial por muchas razones. Es esa noche en que el dueño de un local en el que caben 200 personas, decide meter 200 más, y aún encima cobra 50 euros por entrar en la fiesta. Y nosotros, allá vamos como tontos. Al fin y al cabo, bailar pegados es bailar. Se supone que lo mejor es la barra libre...Aunque como dice mi amigo Rodri, libre, lo que se dice libre no estaba, porque había más gente allí que en la pista de baile.
Pero no importa. Nada importa. Te lo pasas bien, de hecho lo pasas como nunca. Y bailas sin parar de arriba para abajo, una canción y todas las que pone el tío de los cascos. De repente empiezas a notar algo. Mierda, son los pies. Ya tardaban. Malditos zapatos. Aguantas mientras todas aguantan porque no quieres ser la primera pringada en bajarse de ahí arriba. Eres la segunda. Has perdido un 39, 9% de atractivo, pero no importa, la mitad de las personas allí reunidas han perdido la orientación y la otra mitad sigue pidiendo copas, así que ya no importa demasiado.
Y que bien te lo estás pasando. Tan bien, que se acaba la noche. El cielo se aclara y lo primero que piensas es: Churros. Y te vas a un bar dónde curiosamente hay más gente que en la fiesta, que dices tú, joder, para eso veníamos aquí en un principio y me ahorraba los 50 euros. Pero en realidad te da igual, porque tienes un chocolate en las manos. Es el punto que culmina la noche perfecta. Y llegas a tu cama, piensas en todo lo que has hecho, lo feliz que eres y...y...Zzzz.
Paz y amor!


2 comentarios:

  1. Pues yo fui la primera en bajarme allí de los tacones jajaja pero fue genial, aunque me falto verte :(
    Y por cierto! milagrosamente mi muela ya no me duele :D quiero verte prontito cari
    tequiero!

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  2. Y así de especiales tenemos que hacer todas las noches, no solo la de fin de año, porque me encanta hacer el tonto con vosotras de esa manera, sin enterarme de la presencia de esas 200 personas que hay allí de más, y no querer que la noche acabe nunca, y que dure muchos muchos años más para bailar juntas.

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