9 de marzo de 2011



Eso de comerse el mundo, le hace a uno sentirse muy grande, aunque en realidad no lo sea. Ni usted, ni yo, ni el chico que acaba de pasar somos el centro de Universo, sin embargo los tres compartimos el deseo de querer serlo, aunque solo fuera por un día. En esta estación de metro, hay ahora mismo unas 200 personas, esperando que se abra la puerta de un vagón que les lleve a alguna parte, y si pudiera ser, que les lleve a donde quieran llegar. Podríamos pasarnos la tarde mirándoles o podríamos camuflarnos en el medio de todos ellos, pero ¿sabe que? A ellos les daría igual, no notarían su presencia en esa larga cola. Usted tampoco sabría si el chico con el que acabamos de cruzarnos es su media naranja, o si lo era aquel otro de camisa blanca, y en el caso de que lo fuera, no le volvería a ver, con lo cual habría perdido usted la opción de conocer a su otra mitad. Pero no se entristezca, hay miles de vagones que le pueden llevar a ninguna parte, y quizá allí mismo, encuentre usted a quien tanto busca.


5 comentarios:

  1. Espero meterme pronto ese vagón y encontrar a quien busco, porque veo que rápidamente todos estan cogiendo los trenes correctos, descubriendo por fín a quién tanto buscaban ;)
    te quiero!

    ResponderEliminar
  2. Un buen relato. Sabemos tan poco de todo que es extraordinario. Biquiños.
    Aldabra

    ResponderEliminar
  3. Tu blog me ha enganchado, es precioso, te sigo.
    Si te interesa pásate tú por el mío, un beso (:

    ResponderEliminar
  4. me ha gustado descubrirte por casualidad, me quedo leyendote si me lo permites, jijijiji

    besotes de esta peke.

    pd. te dejo una taza de cafe en mi rincon, siempre que quieras...

    ResponderEliminar