1 de mayo de 2011

Es extraño, como la mayoría de las cosas que son dinámicas. Sería correcto decir que simplemente evolucionan, pero en determinadas ocasiones lo hacen de una manera tan inesperada, que son realmente chocantes. Pero obviamente, y también como casi todo, no ocurren de un día para otro. Digamos que se dan en el momento en que te quieras o puedas dar cuenta. Lo definiría como el resultado de la suma de todos esos hechos pasados que hasta ahora parecían totalmente aislados, pero que de repente, se ha establecido una relación entre todos ellos. (No ha quedado mal, y eso que odio las matemáticas).
En esta ocasión, nada me pilla de nuevas. Es algo que vas asumiendo desde hace un tiempo, y que a pesar de que en un principio te resulta incluso preocupante, con el tiempo vas dejando de prestar a atención a algo que no te lleva a ninguna parte. Me preguntaba hace un tiempo si el resto del mundo lo habría notado también, y es gratificante el descubrir que si lo hace, y que no es solo una paranoia mental de mente enfermiza.
Aún así da miedo, no te creas. Sabes que aunque las personas cambien y no entiendas su comportamiento, siguen siendo igual de importantes, al menos, las que te demuestran que lo sigues siendo para ellas aunque ahora estén en una fase que en numerosas ocasiones ni si quiera ellas mismas conocen. Intentas hablarlo, ver si entre las dos partes, alguien sabe determinar que es lo que pasa, pero también resulta cansado. Como ya dije alguna vez, llega a ser irritante perder el tiempo hablando de que tenemos que hablar...
Pero como siempre digo, esto son fases. Unas veces más amables, otras más fríos, y otras simplemente extraños. Pero es que la amistad es así, tiene etapas como la vida, o estaciones como los años. Y todas acaban pasando para dar lugar a otras nuevas. Así que esto será una espera, una prueba de paciencia y saber estar, y estoy dispuesta a llevarme el premio.

El tiempo pone a cada uno en su lugar...

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